Trilogia americana 03 - Sangre Vagabunda by James Ellroy

Trilogia americana 03 - Sangre Vagabunda by James Ellroy

autor:James Ellroy [Ellroy, James]
La lengua: es
Format: mobi, epub
publicado: 2010-04-10T13:44:02+00:00


FIRMEMENTE EN QUE TODOS Y CADA UNO DE LOS CONFLICTOS QUE SE PRODUZCAN EN ESTE VIAJE SE

RESUELVAN A MI FAVOR, Y NO AL DE DWIGHT, Y QUE NO MUERA NADIE.

Dwight releyó las hojas. Se saltó frases y fue atrás y adelante en el texto. Las letras se hicieron borrosas. La bebida y las pastillas hicieron efecto con retraso. Vio manchas y se le nubló la vista. El suelo osciló. Se tumbó en la cama y cerró los ojos. La cama osciló. El suelo se inclinó. No sabía si estaba despierto o dormido o en algún estado entre ambos. Fue a la deriva. Se sintió asustado y calmado a la vez. Notaba rara la cabeza y las extremidades. Perdió la conciencia un rato. Abrió los ojos y vio a Joan. Estaba sentada en la cama, con una pierna recogida, y su rodilla rozaba la cadera de él. Llevaba botas sobre unas medias negras de nilón llenas de carreras. Tenía el pelo recogido en la nuca.

—¿Cómo lo has encontrado?

—Los dibujos que imprimiste. Dejaste un rastro fácil.

—Los cómics fueron un completo fiasco. No volverá a suceder.

—¿Quién los dibujó?

—Un antiguo alumno mío de la Escuela de la Libertad.

Dwight se incorporó hasta quedar sentado en el lecho. Un mareo lo volvió a tumbar. Joan le presionó la rodilla. Dwight siguió las carreras de la media con la punta del dedo y encontró un poco de pierna desnuda que tocar.

—Heroína —dijo ella.

—No pueden venderla. No durarían más de diez segundos haciéndolo antes de que los delataran.

—Yo podría ayudarlos.

—Lo tendré en cuenta.

Joan entrelazó los dedos en los de él. Dwight desgarró una carrera de la media y acarició la pierna con toda la palma de la mano.

—¿Cuántos lugares como éste tienes?

—No te lo diré.

—¿Dejaste ese diario ahí para que lo encontrara?

Joan asintió.

—«Que no muera nadie» —citó Dwight. Joan ocultó el rostro entre las manos.

El mareo se desvaneció. Dwight volvió a notar su cuerpo. Las manos de Joan lo calmaron.

—¿Qué quieres?-dijo ella.

—Quiero caer —respondió él—. Y quiero que tú me agarres en mi camino hacia abajo.

66

(Santo Domingo, 20/3/69)

Los ojos le dolían. Seguía viendo prismas de palabras. Tenía cortes de papel en los dedos. Un mes de trabajo de descodificación. Ciertos progresos, tal vez. Descifrando palabras de números, letras y espacios. El Komando Tiger avanzaba a toda marcha por la autopista Duarte. Ivar Smith les había vendido un semioruga del ejército dominicano. Saldivar y Canestel le pintaron rayas atigradas. Morales le pintó una zarpa de tigre. Se encaminaban a Piedra Blanca y Jarabacoa. Cuadrillas de esclavos roturaban ya el suelo en los emplazamientos escogidos. El Enano les había vendido dos terrenos rurales y dos solares en Santo Domingo. La Banda había reclutado obreros en la prisión de la Victoria. Los presidiarios conseguirían reducciones de condena si se cumplían los plazos de construcción. La empresa de construcción de Balaguer estaba preparada. La Banda echó a los pobres de los terrenos rurales. La edificación del casino empezó. Se hizo el pedido de la patrullera PT. Más adelante, se reunirían con un Tonton Macoute para discutir el negocio de la droga.



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