Tranquilo corazón: El relato del camarero by David Bischoff

Tranquilo corazón: El relato del camarero by David Bischoff

autor:David Bischoff
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Libros Star Wars


Estaba tan inmerso en su particular desánimo que tardó un rato en darse cuenta que estaba comenzando un altercado. Wuher echó un vistazo para comprobar que el Dr. Evazan parecía haber tenido una confrontación con el joven. El señor mayor se acercó y habló. Lo siguiente que supo Wuher es que hubo un destello cegador.

Alarmado, gritó.

—¡No uséis blasters! ¡No uséis blasters!

Una espada de luz sonó en el aire. Un golpe, un desastre. El brazo armado del compañero Aqualish de Evazan se separó de su cuerpo. El señor mayor y el joven se apartaron y tras un momento de silencio, la banda comenzó de nuevo a tocar.

—Nackhar —dijo Wuher a su asistente—. Limpia eso por favor, tengo trabajo que hacer.

Aunque el doctor le había defendido, Wuher no sintió nada. El hombre era una criatura horrible, enferma y demente. No había ninguna necesidad de manchar el suelo con sangre y aguantar los gruñidos del asociado del doctor por un tiempo excesivo.

El nartiano salió disparado.

Wuher volvió al trabajo.

Otro jaleo, otro pavo.

Trabajo habitual en la cantina de Mos Eisley.

Una pena que Chalmun no estuviese cerca. Su imponente figura solía desalentar a este tipo de vándalos. El wookiee que había estado hablando con el señor mayor se parecía un poco a su jefe, un poco más alto y joven. Él había estado perdiendo el tiempo con el ladrón y contrabandista Han Solo. El piloto había comentado algo sobre que el wookiee era su primer compañero. Una profesión peligrosa. Tal vez había cosas peores en el universo que ser menospreciado por un rodiano en la Cantina del espaciopuerto de Mos Eisley.

De todos modos, eso le irritaba, y Wuher podía sentir su enfado y su odio enrollándose como una serpiente de arena pisada.

Lo siguiente que supo es que una pareja de soldados de asalto habían pasado por la puerta y entrado en el bar.

—Creemos que hay algún tipo de jaleo aquí. —Dijo uno con una voz electrónica y sorda que salía de su casco en forma de cráneo.

—Efectivamente, —dijo Wuher. Miró alrededor, y vio la espalda de los autores en una mesa al final del establecimiento. Curiosamente sentados junto a nada menos que Han Solo y su primer compañero wookiee—. El viejo y el joven de allí.

Apuntó. Cuanto antes se vayan los soldados, mejor. Le ponían nervioso. El sitio ya tenía suficientes problemas tal como estaba. Por otro lado, los soldados de asalto dejaban propinas terribles.

La mente de Wuher volvió a sus pensamientos como si estuviera en piloto automático, preparando encrespados de bario y sulfatos congelados e incluso sirviendo una inyección y algo de barril. Incluso se sirvió el mismo algo de cerveza de su propia cosecha, para poder calmar el suave dolor de cabeza que le acechaba en la parte posterior de su cráneo. No obstante, durante todo esto todavía le perseguían dos cosas: el olor que todavía se le clavaba en sus fosas nasales y el crujido de aquel droide. ¿Qué le pasaría al droide? ¿Por qué se debería preocupar? ¿Y cuál dijo que era su especialidad?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos de golpe por un fuerte disparo.



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