Testigos de la pasión Atracción salvaje by unknow

Testigos de la pasión  Atracción salvaje by unknow

autor:unknow
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romantica
editor: Harlequin Ibérica S.A.
publicado: 2013-03-20T23:00:00+00:00


—No puedo creer que he estado diez días en este pueblo de mala muerte y no tengo nada que contar —murmuró Sarah Cantrell. Miró a los clientes del Lucky Penny por encima del hombro y se volvió hacia la cabina de teléfono que estaba utilizando.

Sutter Gap era un pueblo de doscientos habitantes situado en las montañas de Carolina del Norte, a pocas millas de la frontera con Tennessee. En la calle principal sólo había dos negocios, una tienda de comestibles que hacía las veces de gasolinera y de oficina de correos, y la taberna Lucky Penny. El resto del pueblo estaba formado por una mezcolanza de casas que no correspondía a ningún estilo arquitectónico. Sarah había alquilado una habitación en The Gap View Motor Lodge, a las afueras del pueblo, un lugar que normalmente albergaba a los cazadores que estaban de paso.

—Soy una mujer sureña, pero esto no es el sur —continuó—. Si no tengo cuidado, alguno de estos hombres me echará a la parte trasera de su camioneta, me llevará a una cabaña en las montañas y me encadenará a la cama.

—Eres una mujer guapa y es normal que los hombres te miren —le dijo Libby Marbury por teléfono—. Probablemente se sientan solos.

Libby Parrish Marbury había sido la mejor amiga de Sarah desde que estaban en séptimo curso. Ambas se habían dado montones de consejos sobre los hombres y el amor. Pero no había forma de que Libby pudiera inculcarle una visión positiva acerca de la situación social de Sutter Gap.

—No sólo me miran —se quejó Sarah—. Resoplan, sonríen de manera lasciva e incluso alguno babea. Sé que otras veces me he quejado de la situación en Belfort, pero aquí me siento como si hubiese aterrizado en otro planeta. Un planeta en donde la franela harapienta y los vaqueros desteñidos son la última moda y donde un buen partido es un hombre que puede derrumbar un ciervo macho con las manos. Las probabilidades son buenas, pero lo bueno escasea.

—No has ido allí para encontrar un hombre —insistió Libby—. Al menos, no en sentido romántico, así que ¿por qué te molesta?

—No me molesta —dijo Sarah—. Sólo estoy un poco frustrada con la espera.

Libby y ella habían pasado mucho tiempo en la misma situación, solteras y buscando el amor de su vida, pero desde que Libby se había casado, Sarah se había dado cuenta de las diferencias que había entre ellas. Libby siempre había sido muy cauta en el tema del amor y había esperado a que apareciera su príncipe azul.

Sarah siempre había tenido una actitud más aventurera respecto a los hombres, saliendo con varios a la vez y dejándolos cuando se volvían demasiado exigentes o le creaban problemas. En realidad, no creía en el amor, sólo en la pasión y el ardor desenfrenado. Libby le había comentado una vez que creía que consideraba a los hombres como algo de usar y tirar.

—He rechazado tres invitaciones desde que llegué al pueblo —continuó Sarah—. Un chico quería llevarme a cazar mapaches, otro a jugar a los bolos a Asheville.



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