Tenía que ser yo by Chris de Wit

Tenía que ser yo by Chris de Wit

autor:Chris de Wit [Wit, Chris de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romantica
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2018-04-23T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 21

—Creo que ha llegado el momento. ¿Me equivoco?

Yacían acostados en la cama y se contemplaban con intensidad.

—No, Nikolaj.

Él inhaló profundo, como si estuviese preocupado. Y María Cristina lo comprendía porque se sentía igual. Hacía diez días que habían dedicado cada día, cada hora y cada minuto a conocerse en los diferentes aspectos de uno y del otro. Habían salido a diferentes lados como museos, cines, teatros y hasta habían navegado en el Mar de Categat en un velero rentado, donde habían aprovechado a beber tequila como alguna vez habían fantaseado hasta que habían caído agotados haciendo el amor en medio del mar con una puesta de sol maravillosa de fondo.

Nunca habían tenido una discusión o un mal momento, es más, en ese tiempo se habían sorprendido de lo bien que congeniaban y de cuántos valores similares compartían. De la misma manera que la primera mañana en el jardín de la casa de Nikolaj, en los días siguientes habían continuado dialogando durante horas donde cada uno le había explicado al otro sus fortalezas y sus debilidades. También María Cristina le había solicitado a Nikolaj permiso para ver la pintura del ángel que él guardaba en el altillo de su casa, y cuando la había tenido al frente, no había podido evitar emocionarse. Esa imagen se había convertido en un símbolo para los dos ya que se habían prometido echar mano de ella cada vez que necesitasen recordar que debía de existir un propósito para que pudiesen estar juntos. Por eso Nikolaj le había confesado que la primera vez que sus cuerpos se habían unido, la había llamado “ángel” y le había pedido que volase para que lo antes posible pudiese regresar a él.

Y una unión que se había iniciado en una nube de incertidumbres podría llegar a tornarse en algo palpable y capaz de ser fortalecida a partir de ese instante.

—Quería que estuvieses lista para hablar de nosotros.

—Lo sé y te lo agradezco —murmuró ella.

—¿Qué contestarías si te dijese que quiero intentarlo? —María Cristina lo miró conteniendo el aire en los pulmones—. Me refiero a nosotros. —Y señaló con el dedo a ambos.

Aliviada de escuchar que Nikolaj parecía sentir lo mismo que ella con respecto a la relación, dejó exhalar el aire.

—Sin ninguna duda que sí. —Y su sonrisa se tornó resplandeciente.

Sin embargo, Nikolaj no dejaba de mirarla con seriedad.

—Ello implicaría que uno de los dos debería renunciar a la vida en su país.

Apenas lo escuchó, María Cristina sintió que los nervios se apoderaban de ella. De súbito, la idea de mudarse de su tierra no le atrajo demasiado. ¿Qué podría hacer ella en un país tan lejano, en el cual se hablaba una lengua tan diferente? ¿Y los afectos? ¿Y sus sobrinos?

—¿Quizás tú…? —se atrevió a preguntar, pero la voz de Nikolaj no la dejó culminar la frase.

—Tengo tres hijos pequeños, Crissy.

En ese segundo, María Cristina supo que Nikolaj no se aventuraría a irse de Dinamarca. Y pudo entenderlo.

—Es que están Lara, Xavier y Axel...

—Ellos no son tuyos —lo oyó decir con suavidad, pero también con contundencia.



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