Te vendo un perro by Juan Pablo Villalobos

Te vendo un perro by Juan Pablo Villalobos

autor:Juan Pablo Villalobos [Villalobos, Juan Pablo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Sátira, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2014-08-14T16:00:00+00:00


Y entonces, cuando parecía que era imposible que pasara nada más, todo se revolvió, como si un bromista hubiera cambiado las cosas de lugar y de pronto hubiera medias de nylon en el refrigerador, lámparas fundidas debajo de la almohada, las cucarachas leyeran el Palinuro, los muertos se cansaran de estar muertos y el pasado ya no fuera como era antes.

Notas de literatura

El suceso estaba en la primera plana de todos los periódicos, la radio no paraba de repetirlo y era el reportaje principal en los noticieros de televisión aquel día: el suelo de la explanada del Monumento a la Revolución se estaba agrietando. En internet había miles de chistes al respecto, fotomontajes en los que un dinosaurio irrumpía del subsuelo. Juliette me los mostró en su celular. Se nos había hecho tarde para profanar la tumba de Madero, pensamos en ir ahora, pero habían acordonado la zona. Dos días después, los peritos designados para encontrar una explicación dieron su veredicto y lo del dinosaurio se quedaba corto. Eran los bigotes de los revolucionarios, que no habían parado de crecer y se habían enredado en el sistema de alcantarillado. El peritaje era tan exacto que deslindaba responsabilidades: la culpa era de Villa y de Cárdenas. Madero, Calles y Carranza, absueltos.

Copié en el cuaderno las conversaciones que tuve durante aquellos días con Juliette, todas nuestras especulaciones, para darle celos a Francesca.

—Ahora sí ahí viene la Revolución —anunciaba, radiante, Juliette—. ¡Igualito que en el ochenta y cinco! Este pueblo solo despierta cuando se abre la tierra bajo sus pies.

—No inventes, Yuliet —yo la rebatía—, lo único que va a pasar es que le van a cambiar el nombre a algunas calles, van a quitar algunas estatuas. ¡Mira nada más a quién le están echando la culpa! Si se acaba cayendo el Monumento van a decir que Pancho Villa y Lázaro Cárdenas eran terroristas.

—El pueblo no se va a dejar manipular ahora, Teo, ya verás, cuando se trata del subsuelo nos brotan los dioses de la muerte y la destrucción, los monstruos de la tierra. Piensa en el ochenta y cinco. Hizo falta que un terremoto se tragara una parte de la Ciudad de México, hizo falta que murieran miles de personas, para que el pueblo despertara. Igual que ahora. ¡Están despertando a la Coatlicue, nuestra madre del subsuelo! ¿La conoces?

—Claro que la conozco, es la madre de Huitzilopochtli.

—La madre barrendera, embarazada milagrosamente como la Virgen María, nomás que por una pelotilla de pluma en vez de por una paloma, y que forma con su hijo una dualidad: la oscuridad y la luz, la basura y la fertilidad, la muerte y la vida. ¿Sabes lo que pasó cuando encontraron la figura de la Coatlicue que está ahora en el Museo de Antropología? ¡Volvieron a enterrarla! Y no fue nada más porque se asustaron creyendo que era una imagen infernal, eso ocurrió en 1790 y la Iglesia ordenó que volvieran a esconderla porque les dio miedo la influencia que podría causar en los jóvenes.



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