Taj Mahal by Deborah Eisenberg

autor:Deborah Eisenberg [Eisenberg, Deborah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00

La capacidad de combinar

Lo que sucedió es que obtuvimos la capacidad de combinar (…), una operación que nos permite tomar objetos mentales ya construidos (o conceptos de cualquier tipo) y armar con ellos objetos mentales más grandes. Eso es «combinar». Tan pronto como uno lo logra, tiene a su disposición una infinita variedad de expresiones (y pensamientos) jerárquicamente estructurados.

Noam Chomsky

Yo conozco las palabras. Yo tengo las mejores palabras.

Donald Trump

1

Una catarata truena hacia abajo desde la planicie, levanta nubes de polvo, crines, colas, relinchos que ondean como banderas, una especie sofisticada; en cautiverio, sí, pero no por completo sometida, ellos… Oh, no, de atrás de una roca aparece un tipo vestido con uno de esos ridículos modelitos y saca un… ¡Ay! Suficiente, hasta la vista, estúpido y viejo programa, hora de una taza de té. Desiste… bang, bang, bang. Sí, decide la sensible Cordis, mejor nada de alcohol por ahora, tiempo para una taza de té.

La perra, algo así como un regalo de despedida de la pobre señora Munderson, mira desconcertada la pantalla en negro, después llama a Cordis con la pata. Más allá de en un sentido muy trivial, Moppet no es para nada sofisticada; Moppet es linda. ¿Qué quiere Moppet? ¿Una galleta? ¿Cosquillas? ¿Permiso para hacer algo?

Moppet quiere cualquier cosa que pueda conseguir. Moppet es una cornucopia de carencias, una prisionera… no, un parásito pura sangre, pobrecita, por completo dependiente de Cordis, su anfitriona.

Tú y yo estamos condenadas una a la otra, le dice Cordis sin palabras mientras pone la tetera a hervir. «Pero bondadosos eran los vientos que te trajeron hasta aquí», se consuela a sí misma en voz alta, «y pronto a usted y a su individualidad la van a llevar al parque. Siempre y cuando ese muchachito aparezca».

¡Parque! Las orejas de Moppet se sacuden. Se sienta y mira a Cordis con ojos suplicantes. Su pequeña cola golpea el suelo.

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