Suicidas del aspa by Raúl Garbantes

Suicidas del aspa by Raúl Garbantes

autor:Raúl Garbantes [Garbantes, Raúl]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2017-12-31T16:00:00+00:00


***

Como acostumbraba siempre que debía estar en un sitio determinado a una hora puntual, Lund llegó a la dirección proporcionada por Livia con veinte minutos de anticipación. Se trataba de un vecindario lujoso en donde solo era posible acceder con un coche. No tardó en encontrar la residencia marcada en el papel que Livia le dio. En el lugar indicado descubrió una casa opulenta rodeada de vistosos jardines. Lund detuvo su coche enfrente y observa detenidamente la inmensa residencia de dos pisos antes de bajarse. El sargento descubre que para llegar al umbral debe cruzar primero un camino pavimentado franqueado por los jardines que rodean la casa. Lund mira a su alrededor intentando descubrir si hay alguna cámara puesta en algún sitio que registre sus pasos. No ubica ninguna, pero dada la naturaleza del lugar no le extrañaría que su presencia haya sido avistada. A pesar de ello, se conducía como lo haría un sujeto movido por la curiosidad y el impulso de sus deseos sexuales, es decir, sin las preocupaciones que solo tendría un policía.

Lund se tomó su tiempo para transitar por el camino pavimentado, apreciando los jardines. A lo lejos divisó algunas fuentes, así como unas estatuas de mármol llamativas, las cuales eran tenuemente iluminadas por una luz que se reflejaba desde unos pequeños reflectores puestos en el suelo. Era innegable que el lujo representaba una constante desde el primer momento en que alguien entraba y apreciaba los símbolos de ostentación que caracterizan el lugar. Cuando finalmente se detuvo frente al umbral, representado por un gran portal de madera, se halla indeciso sobre si tocar la puerta o empujarla. Como buen policía, ha optado por empujarla para ver si esta cede por sí sola, aunque fingiría que lo hizo por descuido. Tal como esperaba, esta no se encuentra asegurada y le permite traspasar el umbral sin inconvenientes. El sargento ha accedido a una estancia amplia y lujosa, que no desentona con la opulencia del exterior, presentando un aspecto similar al de una recepción de hotel.

En el centro de la estancia hay una gran mesa, detrás de la cual hay una empleada que lo recibe con una sonrisa. Este hallazgo desconcierta a Lund, ya que suponía de antemano que aquel lugar era una mansión lujosa sin propósitos comerciales de ningún tipo. Afuera no existía ninguna señalización que indicara lo contrario, pero la presencia de esta recepcionista comenzaba a revelar la verdadera naturaleza del lugar.

—¡Buenas noches, señor! —saludó la mujer exhibiendo una sonrisa complaciente—. Espere un momento que ya lo atenderemos. Si quiere puede tomar asiento.

La recepcionista le señaló unas sillas ubicadas a cierta distancia de su mesa, y Lund se negó a su sugerencia:

—No se preocupe, señorita. Puedo permanecer de pie. No creo que vaya a pasar mucho tiempo esperando.

Lund no sabía cómo actuar, pero se condujo con su habitual seguridad disimulando con gracia su absoluto extravío. Se encontraba en territorio desconocido y lo mejor era no mostrarse inexperto frente a las circunstancias, así como dar la impresión de que era un hombre cuya importancia no permitía que se le hiciera esperar demasiado tiempo.



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