Solo una caricia (Top Novel) (Spanish Edition) by Maya Banks

Solo una caricia (Top Novel) (Spanish Edition) by Maya Banks

autor:Maya Banks [Maya Banks]
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2017-11-01T23:00:00+00:00


Capítulo 17

Isaac miró a Jenna, que iba acurrucada en medio del grupo de agentes de DSS, todos con el rostro sombrío, en la parte trasera de la furgoneta. Estaba pálida y tenía los ojos anegados por una miríada de sentimientos: miedo, culpa, tristeza. Aquello le enfureció. Quería estrecharla en sus brazos y no soltarla jamás, pero no podría hacerlo hasta que no supiera por qué había decidido marcharse y qué demonios le había pasado por la cabeza antes de su fuga. Y, en aquel momento, tenía que mantener el control. Algo bastante complicado cuando estaba a punto de perder la cabeza.

Había un pesado silencio en el interior de la furgoneta. Todo el mudo parecía haber optado por el distanciamiento. Excepto Sombra, que parecía haberse convertido en el salvador de Jenna. Algo que despertaba en él sentimientos encontrados. Por una parte, se alegraba de poder contar con la protección de Sombra, pero, por otra, le fastidiaba hasta el infinito. Cualquier cosa, cualquiera, que tuviera que ver con Jenna era responsabilidad suya y solo suya, y su compañero de equipo haría mejor en no cruzar determinada línea si no quería que terminaran teniendo problemas.

Sombra se volvió para mirar a Jenna. Esta tenía la mirada fija en un punto distante al que miraba a través de las ventanillas traseras de la furgoneta. Era evidente que su mente estaba a miles de kilómetros de allí. La mayor parte de los hombres iban agachados y apoyados contra las paredes de la furgoneta, adoptando las más variadas posturas. Pero Jenna se había pegado a la parte de atrás, como si quisiera mantenerse alejada del resto. Isaac era el único que no le permitía mantener las distancias. Cada vez que ella se apartaba, giraba en su dirección.

—¿Estás bien, pequeña? —le preguntó Sombra con delicadeza.

Jenna alzó la mirada sobresaltada, como si le resultara extraño que alguien pudiera interesarse por su estado de ánimo. ¿Creería que estaban enfadados con ella? ¿Pensaría que los sentimientos de él habían cambiado? Mierda. En cuanto llegaran a otro de aquellos escondrijos de la DSS, iban a tener una conversación seria.

A Jenna se le humedecieron los ojos, tornándose brillantes y luminosos por las lágrimas, e Isaac apretó con tanta fuerza la mandíbula que fue un milagro que no se le rompieran las muelas.

—Lo siento —susurró Jenna con la voz rota, sin contestar la pregunta—. No pretendía que pasara esto. Siento haberos causado tantos problemas. No pretendía que hicierais esto por mí, que os arriesgarais tanto. No sabía qué hacer. Vosotros habéis hecho mucho por mí y yo sigo estropeándolo todo.

Cerró los ojos y volvió la cara por completo para que nadie pudiera verla. La expresión de Sombra era tan oscura que parecía a punto de reventar.

—¿Sientes no estar con esos asesinos que pensaban hacer solo Dios sabe qué contigo? —le recriminó Sombra—. Dios mío, Jenna, ¿eres consciente de lo que podría haberte pasado? ¿Sabes de cuántas maneras podrían haberte torturado y haberte hecho sufrir? ¿De verdad esperabas que nos marcháramos dejándote con esos miserables?



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