Solo contigo by Corín Tellado

Solo contigo by Corín Tellado

autor:Corín Tellado [Tellado, Corín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1974-12-31T16:00:00+00:00


VIII

Le oyó cruzar el pasillo hacia su cuarto.

Sabía que era él. No podía Lex confundirse con ningún otro. Y ella conocía aquellas pisadas como si fuesen las suyas propias…

El momento había llegado. No sabía cómo iba a enfocarlo. No tenía la menor idea. Se creyó muy valiente, y de súbito… se sentía temblar.

Temblaban, no solo sus labios, sino que también sus manos y sus piernas.

Pero nadie lo sabría.

Ni Lex.

Ignoraba cuándo podría volverle a ver.

Tal vez se fuese sin verle de nuevo.

—Marie…

—Sí, Janet…

—Estás tan callada.

—Voy a cambiarme de ropa. No salgas del cuarto, Janet. En seguida vengo a buscarte…

—¿Vamos a bajar a comer juntas? Papá y mamá han dicho esta tarde que a nuestro regreso ellos irían a casa de los Micawber.

—Bajaremos… Aguarda un segundo…

—No estaremos solas, ¿sabes? Supongo que estará el tío Lex.

—¡Claro!

Era lo que temía.

Lo que deseaba y le asustaba. Conocía bien a Lex. Querría saber por qué estaba allí. Por qué no había olvidado su existencia. Por qué le seguía. Y le exigiría que se marchase de nuevo.

Pues, no.

Que se fuese él…

Sabía, asimismo, que Lex no era hombre que se quedase cortado. Lo había demostrado en la terraza. Ella notó el efecto que le hizo verla. Ni bueno ni malo, pero sí recibió una sorpresa indescriptible. Nadie lo notó, por supuesto, pero ella, sí… ¡Ella le conocía bien!

Como él conocía cada peca de su rostro, cada sonrisa, cada mirada, cada suspiro…

—Janet, vuelvo en seguida…

Nada más entrar en su cuarto y cerrar la puerta, oyó cómo se abría la de Janet.

Y oyó su voz.

La voz inconfundible:

—Janet, querida, te he traído un juguete. Vengo de buscarlo en el auto.

Le imaginaba mirando en torno.

Buscándola a ella.

De aquella manera lacia, como indiferente. Pero que dentro… era de otro modo. Ni lacia, ni indolente, ni indiferente.

¿Por qué la dejó?

¡Claro!, como dejó a otras.

Pero ella…, ella era distinta.

—¡Qué bonito, tío Lex! Es preciosa. Voy a enseñársela a la señorita Marie. ¡Marie, Marie! —gritaba Janet.

Marie se cerró en el baño con la ropa que iba a ponerse.

Oyó cómo Janet abría la puerta de comunicación.

—¡Marie! —gritó.

—Estoy aquí, Janet… Salgo en seguida.

—Es que quería enseñarte una muñeca que me trajo tío Lex… ¡Oye, Marie!, tío Lex está en mi cuarto.

—Voy en seguida, Janet. Perdona un segundo.

Janet volvió al lado de su tío, después de cerrar la puerta de comunicación.

Desde el baño, Marie oyó en seguida las voces de Mimsy y la de George.

—Ya estamos listos, Lex. Pero… ¿Qué haces aquí? ¿Y Marie?

—Está preparándose, mamá. Está cambiándose de ropa.

—¡Ah, Lex…! ¿Qué haces en el cuarto de Janet?

—He venido a traerle un regalo.

—¡Mira, mamá, mira! Es una muñeca preciosa.

Marie soltó los grifos.

Pero aun así oía la voz de Mimsy:

—Volveremos en seguida. Tal vez ni comamos allí. Vamos porque George tiene mucho compromiso con los Micawber.

—De todos modos —intervino George—, si puedo, me disculpo con tu inesperada llegada.

—Os lo agradeceré —pero Marie sabía que no era así.

Que él, Lex, prefería enfrentarse con ella y preferiría hacerlo aquella misma noche.

Tenía que prepararse.

Le conocía bien.

No era Lex el tipo de hombre que se adaptase al silencio.



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