Sofía de los presagios by Gioconda Belli

Sofía de los presagios by Gioconda Belli

autor:Gioconda Belli [Belli, Gioconda]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1996-12-31T16:00:00+00:00


26

Sofía está nerviosa. Por la noche tiene pesadillas, despierta a las dos de la mañana y no puede volver a dormir hasta que dan las cinco y cantan los primeros gallos en el patio. En el insomnio, siente el fantasma de la Eulalia paseándose por el cuarto. La mira sentada a los pies de su cama, hablándole advertencias, mordiéndose las uñas, como cuando estaba inquieta. Cierra los ojos para no verla.

No bien dan las siete, Sofía abre el mosquitero de encajes, se levanta y va al baño a mirarse la cara en el espejo. Qué mal día para tener otra vez aquel maldito insomnio. Justo la noche antes de la fiesta, justo cuando necesitaba dormir bien para amanecer fresca y con la piel descansada. Pero no le hacen mal las ojeras, se dice viendo su reflejo. Además, ahora tiene la barrita de maquillaje blanco que borra todo. Se amarra el pelo, se pone sus pantalones de trabajo y sale al corredor a desayunar y a dar órdenes.

Doña Carmen, Engracia y Fausto ya están en función desde temprano en la mañana. Fausto tiene pegado el pelo a la cabeza, señal que durmió con la redecilla que se pone la noche antes de las grandes ocasiones. En la tarde se arreglará el peinado, pero por ahora, no se cepilla el cabello para no estropear el efecto.

Teresa, la esposa de José, el mandador, al frente de un grupo de jovencitas, saca el polvo de las ventanas y limpia vidrios con papel periódico. En la cocina, Petrona mueve los peroles donde se cocinan grandes cantidades de arroz y se cuecen verduras y plátanos.

En los patios, armadas de escobas, otras mujeres barren las hojas secas y mozos afanados cuelgan los alambres con ristras de bujías para la iluminación; los carpinteros clavan la tarima donde se situará la orquesta y en el patio de secar café, el mismo donde Sofía celebró su fiesta de bachillerato y conoció a René, un grupo de muchachas armadas de mangueras lavan el piso.

Sofía va de un lugar a otro, revisando que cada cual haga bien su trabajo. Ha planeado las cosas de tal manera que se eviten los corre-corres desesperados el propio día de la fiesta. No quiere estar agotada cuando lleguen los invitados.

De Diriomo llegan las encargadas de los postres con sus bateas repletas de cajetas de zapoyol, leche, coco, manjar y piñonates. A lo lejos se oyen los graznidos de los chanchos degollados por las ágiles manos de los matarifes. Otro grupo de cocineras se encargará de las morcillas y los chorizos. Doña Carmen con Fausto se encargan de llenar de flores los tiestos de barro que servirán de centros de mesa.

Sofía dispone el acomodo de las mesas, los manteles y el bar.

A las cinco de la tarde la hacienda está ya lista para recibir a los invitados y los cerdos empiezan a asarse en los fogones.

Las mujeres mayores se retiran a cambiarse de ropa y lo mismo hacen Fausto y Sofía.

—Hoy no me vas a ayudar —dice Sofía—.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.