Sirens 3 by Lena Valenti & Valen Bailon

Sirens 3 by Lena Valenti & Valen Bailon

autor:Lena Valenti & Valen Bailon
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Romántico
publicado: 2018-01-01T00:00:00+00:00


Podía mantenerse debajo del agua durante muchos minutos y no ahogarse. Y veía con total claridad. El agua de la costa amalfitana le facilitaba el trabajo pues era clara y transparente y estaba muy limpia, excepto por esos congrios asquerosos que ahora la invadían saliendo por debajo de su arena.

Idún se concentró en acabar con ellos. No podía recrearse mucho en su tortura. El niño podía ahogarse y se lo querían llevar al interior de la tierra marina.

No. Eso no lo podía permitir. Arthur era un ser inocente.

No debía pagar por aquello. Idún braceó con fuerza y en pocos segundos dos pieles frías intentaron barrarle el paso. No dejaba de impresionarle lo feos que eran. Nunca dejaría de hacerlo.

Idún agarró de la garganta al primero, y lo inmovilizó mientras que al segundo le hundía la mano en el estómago, le traspasaba los músculos gelatinosos, y tiraba de su columna hasta partírsela y matarlo en el acto. Cuando se encargó del que sujetaba por el cuello, se dio cuenta de que lo había apretado con tanta fuerza que se lo había roto. La sangre azulosa tiñó el agua. Idún lo soltó con asco. Y se fue a por otro más.

Por el rabillo del ojo comprobó que Arthur seguía peleando, cada vez con menos fuerza, porque el piel fría le asfixiaba mientras le rodeaba el cuello. El muchacho pataleaba e intentaba liberarse, pero no lo lograba. Idún pensó como un sanguinario. Como un sádico.

Cogió la pierna del piel fría, y se la partió en dos, aunque no esquivó uno de sus mordiscos acidosos que le quemarían la carne lentamente. No le importó. A continuación, sujetó la pierna partida y le hizo un boquete con los dedos para extraerle todo el fémur. No era un hueso duro, era más bien flexible, pero al astillarlo había conseguido un arma que se parecía a la punta de un arpón.

Aquello le recordaba a las batallas de entrenamiento entre los mayan. Siempre se divirtió con ellos, con sus amigos… jugaban a apuntalar rocas con dianas en el fondo del mar y a probar su fuerza contra la resistencia del agua.

A toda velocidad, como un submarino, se dirigió hacia el captor del niño. Y con el hueso, lo atravesó dándole de lleno en la cabeza. Arthur estaba semihundido en la arena del fondo del mar. Pero Idún le agarró de las manos y le ayudó a liberarse. El chico estaba muy débil para nadar y bucear por sí solo, por eso tomó la decisión de cargarlo en brazos y salir con él a la superficie.

Tomó tanta propulsión que emergió del mar de un salto, como un Dios del agua, como un superhéroe, y cayó sobre el embarcadero de madera azul.

Allí, Idún se encontró un panorama totalmente inesperado.

Sorprendente.

Una música inhóspita sonaba por arte de magia. Lea bailaba seductoramente sobre el puente, y en fila, un ejército de veinte pieles frías, se quedaban inmóviles presas de su embrujo. Indefensos. Mientras tanto, Nina iba degollando sus gargantas como una mohicana, con el filo de una piedra lisa y puntiaguda, como si pasara lista.



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