Siete días de mayo by Fletcher Knebel & Charles W. Bailey

Siete días de mayo by Fletcher Knebel & Charles W. Bailey

autor:Fletcher Knebel & Charles W. Bailey [Knebel, Fletcher & Bailey, Charles W.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1962-05-15T00:00:00+00:00


LA NOCHE DEL MIÉRCOLES

JIGGS Casey se despertó con calor y sudoroso en su habitación del hotel Sherwood, en Nueva York. La luz que se filtraba por entre las cortinas de la ventana, iba desapareciendo. Miró su reloj. Eran las 6:30. Tendría que ponerse en movimiento pues Shoo lo había citado en su piso a las siete.

Había llamado por teléfono a Eleanor Holbrook a su despacho en cuanto llegó al hotel. Hacía dos años que no oía la voz de Shoo, pero no había cambiado. Seguía teniendo ese tono quebradizo con ráfagas breves, como si hubiera perdido la respiración.

—Hola, Shoo —dijo—. ¿Recuerdas a un tipo llamado Casey? —⁠¡Jiggs!

—¿A qué hora terminas tu trabajo? —⁠preguntó.

—Despacito, coronel. —Notó por el oscurecimiento de su voz, cómo solía tragarse una nube de humo de su cigarrillo⁠—. No hago planes con hombres que se desvanecen de la tierra y luego vuelven repentinamente como si los hubieran dejado caer en paracaídas.

—Quiero llevarte a cenar —dijo.

—Así, sin más ni más. ¿Por qué supones, coronel, que la dama podría tener una cita… que es precisamente lo que tiene?

—Di que no puedes ir. —Casey bajó la voz y se maldijo a sí mismo por estar fingiendo intenciones románticas para sacar un provecho práctico en su «negocio». Pero no tenía más remedio que verla. No podía empezar sus investigaciones por ningún otro sitio⁠—. De verdad, Shoo, tengo que hablar contigo.

—¡Qué desgraciadito casado, que no lo comprenden! —⁠Ahora se había puesto sarcástica.

Podía imaginársela en su despacho, con los brazos descubiertos casi por completo, un vestido de trabajo de mangas muy cortas, su diminuto vello dorado brillándole en el antebrazo cuando lo levantaba para sacudir la ceniza del cigarrillo que mantenía con dos dedos en un ángulo ridículo. Le parecía estar viendo el pelo castaño alborotado sobre la frente; la nariz pequeña y estrecha; los carnosos labios que nunca acababan de cerrarse sobre los dientes… Ahora tendría unos veintiocho años. Esta joven a la que encantaba hablar, como en trance, de una casita en el campo, pero que vivía muy a gusto perfectamente sincronizada con el ritmo y el tempo staccato de Nueva York, la ciudad que era su mundo y su hipnosis. En la breve semana que Casey la había tratado, Eleanor Holbrook había dado muestras de una incapacidad para comprender y disfrutar de las cosas sencillas, lo cual le había irritado y por último (afortunadamente) le había apartado de ella. Sin embargo, al principio el apetito de Shoo por la gran ciudad consiguió arrastrarlo. Aunque maldecía esta fascinación, no pudo evitar que su sangre hirviese con la excitación de aquella vida.

Ahora podía sentir unos ciertos ramalazos nostálgicos y le fue difícil encontrar la frase ligera e ingeniosa que, como él sabía muy bien, estaba esperando Shoo.

—¿Te has comido la lengua, Jiggs?

Cuando vaciles, ataca, se dijo Casey.

—Shoo, yo no soy uno de esos viajantes de comercio que se hacen pasar por solteros. Tengo dos chicos en casa y una mujer a la que quiero. Pero ¿qué tiene eso que ver con nosotros? Deseo verte esta noche.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.