Siempre serás mi chica by Lory Squire

Siempre serás mi chica by Lory Squire

autor:Lory Squire [Squire, Lory]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romantica
publicado: 2018-05-16T22:00:00+00:00


Al día siguiente no le sorprendió en absoluto que la habitación de los tortolitos estuviera vacía, así que la recogió con rapidez y repuso todo lo que necesitaban intentando no inmiscuirse en los asuntos privados de la pareja.

Como por ejemplo, la pequeña maleta de Tanner, que todavía no estaba deshecha. También se sorprendió al no encontrar ninguna guitarra alrededor, pero supuso que eso se debía a que el tiempo lo mataban con el sexo y no cantando canciones idiotas. Esos dos debían estar hartos de la música, a esas alturas.

Cuando casi estaba terminando, la superestrella del pop, diva entre las divas, llegó con la cara desencajada y entró como una exhalación. Al verla, la miró de arriba a abajo y negó con la cabeza.

Yellow se puso rígida.

Recogió el aspirador, lo llevó hasta el carrito y recogió las bolsas de basura. No quiso fijarse en el contenido, porque toparse con un amasijo condones sería lo último que le faltaba por ver.

Lillie McFly se había girado hacia el armario y estaba tirando toda su ropa en un montón dentro de una de sus maletas, que yacía abierta encima de la cama.

—Que tenga un buen día —se despidió ella antes de cerrar la puerta.

—Zorra mugrienta —escuchó a la otra decir antes de comenzar a andar por el pasillo.

Ella se quedó quieta, con los ojos abiertos como platos y las manos en el tirador del carro de la limpieza, pero pensó que se lo debía haber imaginado y continuó hasta la siguiente habitación que le habían indicado limpiar.

Algo había pasado con aquellos dos. Seguramente una pelea de enamorados, pero eso a ella no le importaba. No le importaba en absoluto. Para nada. Rien de rien, como decía Anne, que adoraba a Edith Piaf.

Comenzó a canturrear la canción conforme hacía su trabajo; se alegró de que le quedara tan poco tiempo para dejar ese empleo, pero no pudo quitarse de encima la dichosa canción en todo el día. Claro, eso tampoco ayudó a que pudiera apartar de su cabeza el motivo por el que había empezado a cantarla (o más bien a destriparla, a la pobre), que era si le importaba o no que se hubieran peleado y que Lillie hubiera dejado el hotel.

Cuando el día llegó a su fin, había comenzado a convencerse de que al día siguiente, esa habitación estaría vacía y ya no tendría que ver nada más de Tanner a no ser que fuera estrictamente necesario.

No sabía cuánto se equivocaba.



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