Si no hubiera mañana by Alexis Ravelo Betancor

Si no hubiera mañana by Alexis Ravelo Betancor

autor:Alexis Ravelo Betancor [Ravelo Betancor, Alexis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2021-06-13T16:00:00+00:00


UNA COSA DE NEGOCIOS

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Un buen punto de partida era la biografía de Barrientos Álamo. Como le había adelantado Feluco Bosch, se trataba de todo un personaje. Licenciado en La Laguna en 1987, había comenzado en el bufete que su padre tenía con varios socios más y había estado allí hasta el 98, dos años después de que el viejo se jubilara. La Asamblea no disponía de datos sobre esto, pero en los motivos de la salida de Carlitos debió de haber un poco de ambición personal y emprendedora por parte del muchacho y un mucho de algo que vulneraba el código ético de la firma. Manolo lo había resumido en su dosier diciendo: «Morales, Barrientos y Díaz era un bufete de los conservadores, pero gente seria. Igual no eran honestos, aunque sí que parecían honrados». El caso era que, a finales de siglo, justo antes de la llegada del euro, Carlos Barrientos Álamo se había visto fuera del bufete y con un capitalito que invirtió en fundar CBA Asesores y Consultores, cuya sede estuvo, hasta el 2012, en la calle Espronceda de Ciudad Jardín, justo al ladito del parque Doramas. Ni La Asamblea ni Manolo sabían por qué la empresa había cesado en su actividad, pero los empleados principales la habían ido abandonando de motu proprio a lo largo del 2011. Primero se había jubilado la asesora fiscal, luego se habían despedido Miranda y otro administrativo llamado Tenesor Quesada Rodríguez, y, por último, el amigo Isaías. Y, al menos estos dos últimos, echaban pestes tanto de CBA como del sector de las consultorías en general. Así que entraba en lo posible que Carlos Barrientos Álamo hubiese hecho cosas feas como consultor igual que parecía haberlas hecho como abogado en el bufete familiar. Y después habría seguido haciéndolas. Pero las que le interesaban a Eladio Monroy eran aquellas, las que había hecho como consultor.

Manolo había agregado una lista con los nombres de algunos clientes de la consultoría, empresas locales o incluso nacionales con negocios en Canarias. Monroy conocía bien algunas, había oído hablar de otras dos o tres y no tenía la más remota idea de cuáles eran y a qué se dedicaban el resto, que eran la mayoría. Decidió imprimirse aquella lista. Siempre entendía mejor las cosas cuando las leía en papel y, además, era mejor llevarla encima. Por eso la dobló y la metió entre las páginas de la libretita antes de salir de casa hacia el barrio de Guanarteme.



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