Sendas truncadas by Robert Dugoni

Sendas truncadas by Robert Dugoni

autor:Robert Dugoni [Dugoni, Robert]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2021-04-20T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 24

Tracy y Kins pusieron rumbo al Home Depot de Shoreline. Convencida de que Carrol Sprague había mentido sobre la salud de su hermano, la inspectora quería saber si también había mentido al asegurar que había estado trabajando la semana anterior.

De camino los llamó Mike Melton y Tracy puso el manos libres para que Kins pudiese participar también en la conversación.

—Tracy Crosswhite —exclamó Melton—. Te hacía en casa con tu cría y no dando caza a los malos. ¿A qué debo este placer? ¿Tiene algo que ver con el mensaje de voz en el que me pides que ponga tu análisis de ADN delante del resto de los que hacen cola? Muy fino, por cierto, lo de decirme que la víctima es una muchacha joven. Como si no tuviese bastante preocupación con mis niñas…

—Lo siento. —Tracy sonrió—. Solo quería que supieses lo que tenemos entre manos.

—Lo sé. Y les he pedido a todos que espabilen. He puesto a trabajar con esas pruebas hasta al último becario que tengo.

—Eres el mejor, Mike.

—Me lo dice todo el mundo.

—Te debemos una cena.

—En el puestecillo ambulante de comida mexicana que tú elijas —añadió Kins.

—No, gracias. Estoy a régimen.

—¿Qué? —exclamó el inspector—. ¡No digas blasfemias!

—Mi hija la nutricionista dice que tengo la tensión alta por lo que como, así que me ha puesto a hacer dieta… No recuerdo cómo se llama, pero en mi vida he comido tantas verduras.

—Es el precio que tienes que pagar por haber criado hijas listas que, encima, te quieren, Mike —dijo Tracy.

—Ya, ya. Os llamaré cuando tenga resultados. Mientras tanto, imaginadme comiéndome una zanahoria… y disfrutando.

Apenas había colgado la inspectora cuando volvió a sonar el teléfono. La identificación de llamada la informó de que se trataba de Kaylee Wright. Volvió a ponerlo en manos libres.

—No me equivocaba con lo del calzado —dijo la rastreadora—: la zapatilla de deporte es una New Balance 880v10, un modelo relativamente nuevo que se vende por ciento treinta dólares.

—Podemos concluir por ese precio que la joven, que trabajaba de recepcionista y acababa de pagar una fianza y un mes de alquiler de piso, debía de tomarse muy en serio lo de salir a correr —señaló Tracy.

—La zapatilla, desde luego, es buena.

—¿Qué me dices de la bota?

—En efecto, es de Merrell, una Yokota 2 de hombre, calzado de senderismo impermeable de gama media. El desgaste de la suela es propio de una pisada pronadora.

—Por favor —pidió Kins—, ilustra a un pobre ignorante. ¿Eso quiere decir que gira el pie hacia fuera o hacia dentro?

—Hacia fuera.

—¿Y el inspector medio puede distinguir a una persona pronadora de una… de una que camine cargando el peso del pie hacia dentro?

—Te refieres a un supinador. Lo dudo mucho, a no ser que se trate de una pronación muy pronunciada.

—Pero, si tenemos a un sospechoso y conseguimos una orden judicial para que nos entregue su calzado, ¿tú podrías hacer una comparación? —siguió diciendo Kins.

—Si es de la misma marca, el desgaste de la suela será igual que el de la huella que hemos encontrado —dijo Wright—, siempre que coincida también el número.



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