Seis manijas de plata by Geoffrey Homes

Seis manijas de plata by Geoffrey Homes

autor:Geoffrey Homes [Homes, Geoffrey]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1943-12-31T16:00:00+00:00


* * *

Al alejarse del aeródromo, June Foster no regresó directamente a su hotel. Por primera vez desde hacía varios días, sentíase en paz con el mundo. Pensaba en Humphrey Campbell. Lo comparaba con otros hombres que conociera y se daba cuenta de que no era exactamente un caballero. Era un individuo de recio carácter y gran voluntad. Pensó que después de terminarse el asunto quizá no volvería a verlo más. Así pensando, se alejó con su automóvil.

Después de varias millas de camino se encontró con un grupo de viejos edificios, y por un cartelón al costado del camino se enteró de que era el pueblo de Cottonwood. Se acercó a un edificio en el que se veía un cartelito con una lista de cocktails. Detuvo el coche y entró en un antiguo salón, en uno de cuyos extremos había un mostrador muy bruñido y un viejecito de bigotes blancos.

El hombre se llamaba Jason Prettyman y era muy conversador. Después de tomar dos cocktails con June, comenzó a contarle la historia de Cottonwood.

La historia se reducía a una familia de nombre Dunecht, que vivía al otro lado del río, en la casa grande sobre la colina.

¿Dunecht? Había un abogado en Joaquín que se llamaba así.

Era nieto del fundador de Cottonwood, explicó Prettyman. Su hijo, el padre del abogado, fue asesinado dos años antes. El asunto causó un revuelo extraordinario. Un hombre llamado Campbell fue allí y solucionó el caso.

Campbell nuevamente. Le agradó oírlo nombrar de nuevo.

De pronto se le ocurrió mirar el reloj y vio que eran las cinco y media.

—¿Hay teléfono? —le preguntó al viejecito.

Prettyman le señaló una cabina en un rincón.

Nell respondió a la llamada. Al oír la voz de su amiga, June se dio cuenta de que pasaba algo malo.

—Nell… ¿qué pasa?

—Oh, señor Dunecht —dijo Nell—. Me alegro que haya llamado. El señor Hyatt y el señor Temple están aquí.

—¿Qué dices? —preguntó June, desesperada.

—¿No ha leído los diarios, señor Dunecht? ¡Ah! Bien. Johnny…, algunos soldados entraron en la cárcel y se fueron con Johnny. Y si ve a June, dígale que venga para aquí en seguida porque el señor Hyatt quiere hablar con ella. El señor Hyatt cree que June y el señor Campbell estaban en combinación con los soldados. Creo que piensa arrestarlos.

—¿Quieres que no me acerque al hotel? —preguntó June.

—Así es —repuso Nell, y cortó la comunicación.

Al salir de la cabina telefónica, le pidió al viejecito la dirección del hotel y fue a alojarse allí, bajo el nombre de señora A. Apperson Campbell.

Al caer de la tarde salió a pasear por el pueblo. Vio un quiosco de periódicos y compró uno. Mientras cenaba leyó el relato de la fuga de su hermano.

En el diario se citaban las declaraciones del fiscal y del sheriff, y ambos insistían en que se trataba de un complot urdido por el desesperado joven criminal. Ávidamente leyó sus declaraciones y las del policía Howe.

Había algo poco convincente en la declaración de Howe. Resultaba dudoso el que dos soldados fueran a rescatar a un compañero.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.