Seduciendo al corazón by Elizabeth Urian

Seduciendo al corazón by Elizabeth Urian

autor:Elizabeth Urian
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2018-09-22T22:00:00+00:00


12

Cuando nada es lo que parece.

Mientras doblaba la nota por la mitad y la metía en un sobre, la mano no dejó de temblarle.

—No estás haciendo nada que vaya en contra de la ley —se dijo a sí mismo—. Es ridículo tener tantos remordimientos.

Si aquello era cierto, entonces ¿por qué se sentía como el estudiante que intentaba escabullirse de las clases?, tuvo que preguntarse. Pues porque nunca había transgredido las normas, por eso. En todos los años que llevaba ejerciendo como docente, su conducta siempre había sido ejemplar y su expediente estaba sin mácula. No era ningún holgazán y siempre se empleaba a fondo para que sus alumnos aprendieran lo máximo posible. Así pues, la docencia era el centro de su vida y se había dedicado a ella en cuerpo y alma.

Aquel día haría una excepción.

—Es necesario —se recordó por cuarta o quinta vez esa mañana. Si deseaba llegar al fondo de la cuestión no iba a tener más remedio que ensuciarse las manos.

Otra inmoralidad más.

Entonces se preguntó si el fin justificaba los medios. Si romper la confianza que Jennifer tenía depositada en él valía la pena solo por su propio interés, por su tranquilidad mental o cualquiera de las razones que se había dado para proseguir con aquello.

¡Dios! ¿Qué diría su madre si estuviera viva para ver sus acciones? Con total seguridad lo amonestaría. Ross era un caballero cultivado. Estaba orgulloso tanto de su educación como de sus modales. Por eso nunca pensó que llegaría a tales extremos, urdiendo un plan que solo serviría para avergonzarlo.

En El arte de la guerra, Sun Tzu dijo que la mejor victoria era vencer sin combatir. En otra época de su vida podría estar de acuerdo con él; esa vez no. Porque si seguía quedándose en casa preguntándose por el paradero de su esposa enloquecería de un momento a otro. Necesitaba comprender sus actos y sus motivos, aunque con ello llegara la decepción.

Ross entró en el comedor, donde su desayuno le aguardaba. Miró su plato y, aunque parecía apetitoso, lo rehusó. Sentía el estómago cerrado a causa del malestar que lo invadía, porque podía haber tomado una determinación, pero no estaba a gusto con ella. Bebió el café de pie y mordisqueó una tostada con mantequilla. Jennifer se había levantado, pero todavía tardaría antes de reclamar su desayuno y él quería marcharse antes de que eso ocurriera, así que bajó hasta la cocina a paso lento, como una vieja locomotora que se resistía a avanzar.

Encontró al chófer conversando tranquilamente con la cocinera.

—Patrick, hoy no tienes que llevarme al orfanato.

—¿Va a usar el automóvil, señor?

Ross negó con aparente tranquilidad, antes de formular la mentira.

—No. Iré andando.

Patrick, que conocía sus horarios, pareció preocupado.

—¿Está seguro? —El recorrido era de casi tres millas, por lo que un paseo hasta el orfanato le haría llegar con retraso a su primera clase.

—No es necesario porque uno de los profesores quiere empezar un proyecto con los chicos —aclaró, pero sin dar más detalles. Incluso se permitió esbozar una fugaz sonrisa, aunque en realidad pareció un esbozo—, así que empezaré más tarde.



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