Señuelo by Karen Robards

Señuelo by Karen Robards

autor:Karen Robards
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2004-08-09T22:00:00+00:00


La pesadilla volvió, como ella sabía que ocurriría tarde o temprano. Era noche cerrada y estaba en la cama, en otra cama, en una cama antigua. En una casa que no era la de ella. La cama era estrecha, un camastro en realidad, y era vieja, crujía y olía a moho. Maddie estaba sola en la cama y en la habitación. Una habitación a oscuras. Tan a oscuras que, incluso con los ojos abiertos, Maddie no podía ver el arcón roto que ella sabía que estaba junto a la pared de enfrente, a sólo unos centímetros de distancia. En la casa había otras personas, unas personas que la asustaban. Maddie las oyó hablar. Las voces aumentaron de volumen y Maddie notó que el pulso le golpeaba con fuerza debajo de las orejas. Las yemas de los dedos le palpitaban, pues tenía las manos atadas a la espalda. Algo se le clavaba en las palmas de las manos y le producía dolor. Eran sus uñas. Maddie estaba percibiendo todo aquello cuando, sin previo aviso, la puerta se abrió. Un rectángulo de luz se derramó sobre la cama. Maddie cerró los ojos al instante y permaneció inmóvil. Una sombra se extendió sobre la cama, sobre ella. Un terror mayor del que nunca había experimentado le retorció el estómago y le atenazó la garganta. Mientras un sudor frío la empapaba, intentó respirar con la cadencia lenta de un sueño profundo. «Inspirar, espirar; inspirar, espirar.» Mientras tanto, Maddie observaba la sombra a través de sus párpados, que estaban ligeramente entreabiertos, y distinguía una forma alargada y demoníaca que procedía de la figura oscura que se perfilaba en el umbral de la puerta. Maddie miró hacia allí y rogó para que aquella figura no se acercara más, para que no entrara en la habitación. «Inspirar, espirar; inspirar, espirar.» Mientras permanecía inmóvil como una muerta y respiraba con aquel ritmo pausado, mientras su corazón latía como un animal salvaje atrapado en su pecho, Maddie se puso a temblar. ¡Oh, Dios, él la vería...! «No permitas que muera. Por favor, no permitas que muera.» Entonces, la sombra se agitó, se movió... Un grito creció en su garganta, pero ella lo silenció. «Inspirar, espirar; inspirar, espirar...»

Maddie se despertó sobresaltada. Durante unos instantes, parpadeó en la oscuridad mientras el corazón le palpitaba con fuerza y respiraba de una forma entrecortada y jadeante. La pesadilla..., evidentemente se trataba de la pesadilla. ¿Alguna vez se libraría de ella?

Entonces se dio cuenta: la oscuridad..., su habitación estaba a oscuras. Ella no estaba durmiendo y la habitación estaba a oscuras. El apartamento también estaba a oscuras..., y en silencio. Un silencio fuera de lo común. La televisión estaba apagada. No emitía luz ni sonido.

Los oídos de Maddie percibieron un ruido, un movimiento. Su respiración se detuvo y sus ojos se desplazaron en la dirección de la que procedía el ruido.

Esta vez era real.

¡Había alguien en su habitación!



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