Sótanos by Andrés Torres Guerrero

Sótanos by Andrés Torres Guerrero

autor:Andrés Torres Guerrero [Torres Guerrero, Andrés]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: literatura colombiana, novela en español, ficción, colombian literature, novel in spanish, fiction
editor: eLibros Editorial
publicado: 2011-10-07T00:00:00+00:00


II. (Des)velos

Noni sostenía una relación incestuosa con su hermano. Hacía años que ellos habían llegado al sexo entre juegos y caricias. Había sucedido cuando ella estaba en grado séptimo y él en noveno. En las tardes ellos llegaban del colegio. Calentaban el almuerzo, que ya estaba listo en el horno; después, ella se dedicaba a estudiar, mientras Jeffrey salía a encontrarse con sus amigos.

La tarde en que descubrieron las bondades de sus cuerpos, ella le pidió que le ayudara a lavar los platos. La respuesta de él fue lanzarle agua, y dejar a Noni con la camiseta empapada. Ella intentó golpearlo; forcejearon, y en un movimiento involuntario, él le rozó los senos con su mano. Ella regresó a la cocina para terminar de arreglarla. Él se encerró en su cuarto. Ambos habían quedado seducidos por ese ligero contacto.

Noni quiso saber qué hacía su hermano. Entró de manera intempestiva a la pieza y lo encontró masturbándose. Ella se quedó quieta, excitada, observándolo. Él continuó en lo suyo, mientras ella se desvestía. Para esas fechas, Noni tenía doce; Jeffrey había acabado de cumplir los dieciséis. Durante muchas tardes de los siguientes años se reiteraron esos encuentros.

Ella disfrutaba la manera como su hermano la poseía y la degradaba. Ellos se entregaban al sexo como dos cuerpos alejados de toda represión. Con el tiempo, los dos hermanos llegaron al tácito acuerdo de no inmiscuirse en sus relaciones afectivas.

Noni había querido dejar de hacerlo. Algunas veces se sintió tentada a confesarle a alguien su secreto. Incluso se negó a hacerlo durante semanas. Pero su instinto era más fuerte: el deseo de abstinencia se iba a la basura en un segundo. Bastaba un leve roce o una mirada. Jeffrey era alguien para quien la palabra culpa no existía. Para él, su hermana estaba rica y buena, y había que metérselo cuantas veces fuera posible.

Esa noche se alejó de Noni. No quería saber de ella. Buscó a Jorge. Fue a su casa; lo encontró tomando café. Salieron a dar una vuelta. Caminaron hacia la Avenida Idema; llegaron al Colegio Champagnat; se desviaron hacia el Terminal de Transportes. Pasto era una ciudad que aún se dejaba recorrer. A Pasto la andaba entre sueños.

¿Quién era Jorge? Un historiador innato. El día en que lo conoció habló acerca de las paradojas, el rey Cambises, e hizo referencia a San Agustín, quien escribió, en el siglo V, acerca de su mentor, San Ambrosio, Obispo de Milán, ponderando que era tan culto que podía leer sin mover los labios. Por esta asombrosa hazaña se le consideró la persona más inteligente del mundo.

¿Quién era N? La primera vez que la vio, estaba con el cabello mojado. Ella le hizo saber que ya estaba ahí. No había nada más que decir. Él se acostaba con ella en un lecho tejido de palabras. Su deseo era una botella lanzada a un océano telepático. Ella estaba en un afuera.

La última vez que se vieron, él había ido a buscar unos documentos al Instituto de Desarrollo Urbano. Asdrúbal llegó, se paró al frente de una ventanilla pero allí no era.



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