Sólo tú by Elizabeth Lowell

Sólo tú by Elizabeth Lowell

autor:Elizabeth Lowell
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2007-08-09T22:00:00+00:00


Doce

nas pocas horas después, seguían abriéndose paso poco a poco entre las piedras, recorriendo un precario camino que los llevaría lejos de aquel cañón sin salida. En numerosas ocasiones, el sendero amenazó con desaparecer, dejándolos allí bloqueados. No fue así, aunque estuvo cerca.

- No mires hacia abajo.

La orden de Reno no era necesaria. Eve no lo habría hecho aunque alguien le hubiera apuntado a la cabeza con una pistola. Llegó a pensar que el que le dispararan sería una bendición, siempre que eso significara no tener que volver a guiar nunca a un mustang por un angosto camino que se extendía muy por encima de los pies de un canon.

- ¿Estás segura de que estas bien? -le preguntó el pistolero, preocupado.

La joven no respondió. No tenía fuerzas para pronunciar ni una sola palabra. Estaba demasiado concentrada en mirar fijamente sus pies, deseando no tropezar.

Las gruesas piedrecillas que formaban la arenisca se habían quedado grabadas en la mente de Eve. Estaba segura de que esa visión aparecería en sus pesadillas durante años. Guijarros del tamaño y la forma de pequeñas bolas de cristal estaban esparcidos por toda la superficie del saliente, preparados para hacer resbalar un pie que se apoyara descuidadamente.

Los mustang tenían pocas dificultades con el camino, al disponer de cuatro patas. Si una resbalaba, aún les quedaban otras tres para mantener el equilibrio. Eve no tenía otra cosa que sus manos, que todavía le dolían de la última vez que había tenido que sujetarse cuando había tropezado.

- ¿Ves la roca blanca que hay allí delante? -le preguntó el pistolero, intentando animarla-. Es una señal de que estamos llegando al borde de la meseta.

- Gracias a Dios -susurró ella.

De pronto su yegua resopló y agachó la cabeza para deshacerse de una molesta mosca, lo que provocó que las riendas tiraran de la mano de la joven, amenazando con hacerle perder su precario equilibrio.

- No pasa nada -la tranquilizó Reno en voz baja y calmada.

Por supuesto que pasaba. Pero Eve no disponía del aire suficiente para llevar la contraria al pistolero en voz alta.

- Sólo era una mosca que molestaba a tu caballo -continuó él-. Coloca las riendas sobre su cuello. Te seguirá sin necesidad de que lo sujetes.

Un pequeño asentimiento de cabeza fue la única respuesta que Reno recibió.

Cuando Eve levantó las riendas por encima del cuello del mustang, sus brazos temblaban tanto que casi fue incapaz de hacerlo.

El pistolero apretó las manos formando puños. De forma implacable, se obligo a sí mismo a relajar uno a uno todos sus dedos. Si hubiera podido recorrer el camino por ella, lo habría hecho. Pero eso no era posible.

Con aire sombrío, Reno continuó escalando y llegó hasta otra terraza de roca resbaladiza. Su yegua color acero se apoyaba con firmeza sobre sus patas, tan segura como un felino, y los otros mustang se mostraban igual de ágiles.

El pistolero avanzó rápidamente, ansioso de llegar y superar el siguiente obstáculo, sin darse cuenta de que Eve había hecho que su mustang se adelantara en el primer punto más amplio del camino.



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