Reunión de Intercambio: El Relato del Jawa by Kevin J. Anderson

Reunión de Intercambio: El Relato del Jawa by Kevin J. Anderson

autor:Kevin J. Anderson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Libros Star Wars


Después de que la reunión de intercambio se disolviera, los reptadores de las arenas se afanaron a través del Mar de las Dunas en direcciones diferentes, cargados con nuevos tesoros que cada clan había obtenido a través de duras negociaciones.

Después de una hora de incansable farfulleo, Het Nkik convenció a la piloto para desviarse por el camino que el vehículo de Jek Nkik podría haber tomado, para ver si podían descubrir lo que les había ocurrido a los jawas perdidos. Se dirigieron hacia las granjas de humedad entre las que su compañero de clan solía comerciar.

Het Nkik trabajaba en la sala de máquinas, persuadiendo a los titubeantes reactores para que funcionasen sólo unos pocos meses más hasta la estación de las tormentas cuando los reptadores serían aparcados al lado de los fuertes jawa en los eriales. Los viejos mecánicos de Wimateeka tendrían que hacerle a las bombas de iones y a los reactores una revisión completa. Los compañeros de Het Nkik estaban mucho más centrados en sus tareas ahora que la reunión de intercambio había acabado.

Alrededor del mediodía, el vigía hizo sonar la alarma. Había visto humo. Normalmente la vista de restos ardiendo hacía que los jawas se quedasen estáticos ante la posibilidad de una reclamación de salvamento, pero Het Nkik sintió una profunda corazonada; ninguno de los otros sintió el cambio en su olor.

Dejó su puesto y cogió la plataforma elevadora hasta el puente. Frente al ancho ventanal, se subió en una caja invertida de equipo y observó. El humo se hacía grande. Su corazón se hundió en su interior como si hubiese perdido todas sus posesiones en un mal trueque.

Reconocía el oxidado metal marrón del casco de un viejo transporte, con forma trapezoidal. El reptador había sido asaltado, acribillado con armas pesadas de fuego, y destruido.

Het Nkik sabía que su amigo y hermano de clan estaba muerto.

El vigía gorjeó aterrorizado, expresando su miedo de que lo que fuera que hubiese golpeado al reptador podría seguir en los alrededores para atacarlos. Pero el piloto, viendo la enorme fortuna de bienes sin reclamar, venció su ansiedad. Usó la unidad de comunicación para transmitir un mensaje al fuerte de Wimateeka, estableciendo sus derechos de salvamento.

Grasientos jirones de humo ascendían en el aire mientras el reptador descendía hacia el vehículo destruido. Het Nkik sintió resurgir una burbuja de rabia en su interior. Recordó cómo las tropas habían asaltado los fuertes jawas para practicar. Pensó en el asentamiento de Eet Ptaa invadido por los Moradores de las Arenas. Y de nuevo, algo más grande había atacado a los indefensos jawas, quizá por despecho, o por deporte, o sin razón alguna.

Lo único que hacían los jawas era asumir sus palizas, escapar y aceptar su indefensión. Nada cambiaría nunca hasta que alguien les enseñara otra manera.

Pensó en el bláster que había comprado en la reunión de intercambio.

El piloto detuvo el reptador mirando hacia la mejor ruta de escape por si los atacantes reaparecían. Las puertas del casco se abrieron, y los jawas salieron, agachándose para tener protección, pero ansiosos por lanzarse hacia el tesoro descubierto de chatarra.



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