Resurección by Leon Tolstoi

Resurección by Leon Tolstoi

autor:Leon Tolstoi
La lengua: eng
Format: epub


IX

Como Nejludov no se había dormido hasta por la mañana, se despertó muy tarde.

A mediodía, siete campesinos seleccionados, invitados por el administrador, llegaron al huerto, donde, bajo los manzanos, habían puesto una mesa y bancos hechos de tablones colocados sobre caballetes. Costó un trabajo enorme conseguir que los siete delegados se pusiesen sus gorros o gorras y se sentasen en los bancos.

Sobre todo, el ex soldado se obstinaba en permanecer de pie y sujetaba delante de él su remendada gorra, del mismo modo que hacen los soldados en un entierro; estaba calzado aquel día con pedazos de tela limpia que le servian como calcetines, y con botas nuevas de fieltro.

Pero cuando el decano, un viejo de ancho pecho, de aspecto venerable, con una gran barba blanca rizada como la del Moisés de Miguel Ángel, y de espesos cabellos blancos que coronaban una frente atezada por el sol, se hubo puesto su gran gorro, abotonado su caftán nuevo y se sentó en el banco, los demás siguieron su ejemplo. Una vez acomodados todos, Nejludov se sentó frente a ellos, en el otro banco, y, con su proyecto en la mano, empezó a leerlo y a explicarlo.

Bien a causa del número restringido de los campesinos, bien porque la importancia de su empresa le impedía pensar en sí mismo, Nejludov no experimentaba ahora embarazo alguno. Involuntariamente se dirigía de modo del todo especial al viejo de la barba blanca rizada, del que parecía aguardar la aprobación o la critica. Desgraciadamente, se hacía ilusiones al formarse de él una gran idea, porque el venerable anciano no aprobaba, con un gesto de su hermosa cabeza de patriarca, o no movía la cabeza en señal de desconfianza más que después de ver la actitud aprobadora o reprobadora de sus vecinos; personalmente, no comprendía casi nada de lo que decía Nejludov, y no cogía el sentido más que cuando sus compañeros repetían las mismas palabras en el idioma de ellos. Nejludov era mucho mejor comprendido por el vecino del anciano, un viejecillo sin barba y tuerto, vestido con una casaca remendada y calzado con viejas botas. Era fabricante de estufas, según informó a Nejludov en el curso de la charla. Aquel viejecillo acompañaba con un movimiento de cejas cada esfuerzo que hacía por comprender, y traducía poco a poco y a su manera lo que iba diciendo el barin.

De inteligencia viva también, otro viejo corpulento, de barba blanca y ojos brillantes, no dejaba escapar ninguna ocasión de insertar comentarios irónicos o divertidos; por lo visto, era su manera de lucirse.

El ex soldado habría debido comprender también, al parecer, de qué se trataba si no estuviese entontecido por el espíritu soldadesco y no se hubiese empeñado en seguir un lenguaje estúpido aprendido en el servicio. El más serio de los oyentes del grupo era sin duda alguna un alto mujik con voz de bajo profundo, de larga nariz y corta barbilla, vestido con un caftán limpio y calzado con botas nuevas de fieltro. Comprendía todo, y, cuando hablaba, lo hacía con conocimiento de causa.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.