Respira by Paula Gallego

Respira by Paula Gallego

autor:Paula Gallego [Gallego, Paula]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-28T00:00:00+00:00


15

Oscuridad, viento y estrellas

KAORU

Eri sale al balcón y camina hasta la barandilla que nos separa. Deja las manos sobre ella y espera a que me acerque.

No estaba fumando. No lo he hecho en todo el día. Tampoco he tenido tiempo de pensar en ello.

La noche es templada, pero se ha levantado el viento, y Eri se esfuerza por que su cabello oscuro no le tape los ojos.

Yo también apoyo las manos en la barandilla. Nos quedamos frente a frente, rodeados de oscuridad, viento y estrellas, hasta que el silencio se quiebra.

—¿No tienes sueño?

—No mucho. Además, escucho las risas de Senri al otro lado de la pared; no creo que me dejasen dormir.

Sonríe un poco.

Sus sonrisas siempre son limitadas, breves, sutiles y vacilantes. Tal vez por eso valgan el doble para mí.

—¿Tú no duermes? —le pregunto.

Baja un poco la cabeza.

—Tampoco creo que pudiese hacerlo.

El motivo no serán las risas, desde luego.

—Háblame —le pido en un impulso.

—¿Qué?

Sé que esto nunca sale bien, que no responde a la presión, a las preguntas o a la preocupación, pero no puedo callarme y quedarme de brazos cruzados.

—Puedes contarme lo que sea, Eri. Lo sabes.

—No hay nada que…

Se interrumpe cuando alzo la mano y acaricio su mejilla con los dedos. Van dos impulsos esta noche, dos decisiones que no he tomado con la cabeza, y no me arrepiento de ninguna de las dos.

—Kaoru… —Hay amenaza en sus palabras, una advertencia y algo de duda.

Yo no me detengo. Su mejilla está ardiendo. Cuando bajo los nudillos, me doy cuenta de que sus labios están fríos.

Eri se aparta un poco, pero no se separa de la barandilla. Tan solo echa la cabeza hacia atrás para interrumpir el contacto.

—Esto tiene que acabar.

—¿El qué?

—La ternura, las caricias. No puede seguir así.

Está afectada, un poco nerviosa. Yo también lo estoy, pero procuro que no se me note.

—¿Quieres que deje de ser amable? No lo entiendo.

—No es solo amabilidad —responde muy segura. Alza la cabeza con decisión—. Sabes perfectamente lo que estás haciendo, y tienes que parar.

Me muerdo los labios. Quizá no sepa qué decir. Tal vez quiera morder los suyos.

—Pero ¿tú te escuchas cuando hablas? —la provoco—. Me estás pidiendo que deje de tener gestos amables contigo. A lo mejor tienes un problema.

Eri aprieta los labios. Ladea la cabeza y abre la boca para decirme algo, pero no llega a hacerlo. Estrecha sus hermosos ojos castaños.

—Los dos sabemos cómo va a acabar esto, gatito. Uno de los dos va a sufrir, y créeme, no seré yo.

Eso me molesta, me molesta más de lo que creía. Eso es lo que quiere, cabrearme, y ella sabe cómo hacerlo, pero yo también sé cómo hacer que ella pierda la cabeza.

—¿Ah, sí? Recuerdo haberte besado y que a ti te encantó que lo hiciera. Recuerdo también que tú continuaste ese beso.

Eri deja escapar una exclamación frustrada.

—Solo fue un beso robado —replica.

Se me ocurre algo.

No lo pienso demasiado.

—Tal vez tengas razón, lo robé, pero ¿sabes? Ya no lo quiero. Te lo devuelvo.

Tomo su rostro entre las manos, sus mejillas calientes y le doy un beso en los labios corto, salvaje y arrebatado.



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