Reinos Olvidados - Moonshaes 3 by Douglas Niles

Reinos Olvidados - Moonshaes 3 by Douglas Niles

autor:Douglas Niles [Niles, Douglas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica, Reinos olvidados, Moonshaes
publicado: 2011-06-30T05:00:00+00:00


La espesa nieve se arremolinó contra una pared rocosa vertical. El montón creció deprisa y cubrió abundantemente la estrecha cornisa. Arriba, ascendía la superficie de granito y desaparecía en la noche. Abajo, se abría un profundo abismo.

Aquí el único movimiento era los continuos remolinos de la nieve. Pero entonces se produjo otro movimiento más consistente y apareció una figura que trepaba con lentitud a lo largo de la empinada cornisa. Caminaba erguida, como un ser humano, pero estaba cubierta con una gruesa capa de pieles. Con sus altas y gruesas botas, dejaba huellas de pisadas, pero pronto desaparecían bajo la nieve que seguía cayendo.

La oscuridad era casi total; sin embargo, el personaje caminaba con pasos precisos a lo largo del borde del precipicio. Cuando llegó al alto montón de nieve, dos manos cubiertas con mitones salieron de debajo de la capa. Tomó de su espalda un objeto en forma de hoz y abrió enseguida un sendero a través de la nieve arremolinada, y continuó su avance a medida que lo iba abriendo, hasta salir al otro lado del montón y seguir subiendo por la cornisa.

Por fin se detuvo en la cima de la escarpa, donde toda la fuerza del viento del norte empujaba la nieve hacia el otro lado. Se agachó contra la fuerza creciente del vendaval e inició el descenso. Se movía con resolución en medio de la noche, mientras la capa de nieve se hacía más profunda, y fue bajando de la alta cadena de montañas hasta las estribaciones todavía nevadas pero menos ventosas.

Allí, en la tierra baja, la nieve se acumulaba cada vez en mayor cantidad, y el personaje se detuvo y sacó de debajo de su capa un par de raquetas. Las sujetó a sus pies y siguió adelante, avanzando lenta pero continuamente contra la tormenta.

El cuerpo estaba enteramente cubierto de pieles, las pieles propias de las prendas para la nieve. Debajo de éstas, sólo era visible un par de ojos, de grandes pupilas castañas, entre la capucha forrada de piel y una bufanda de lana.

Durante toda la noche, e incluso al amanecer, el personaje no se detuvo para descansar o comer o beber. Seguía un camino invisible, pero orientándose de algún modo en el nevado paisaje de árboles sin hojas y áridas colinas.

En un momento dado, subió una cuesta y encontró un ancho camino que conducía a una gruta elevada de paredes de piedra caliza y en cierto modo resguardada de la violencia de la tormenta. Y allí se detuvo por fin el viajero.

Permaneció inmóvil durante un momento, mirando a su alrededor. Luego avanzó sobre un montón de nieve más alto que su cabeza hasta alcanzar una oquedad en una de las paredes. Y allí encontró lo que buscaba.

El viajero se arrodilló al lado de otra criatura, un gran caballo blanco, herido y ensangrentado. Los flancos del semental estaban inmóviles, y el animal tenía los ojos cerrados, pero una nubecilla de vapor brotaba de sus fosas nasales.

El viajero se quitó los mitones, descubriendo unas manos de dedos largos y delgados, que se acercaron con cautela a la cabeza del caballo.



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