Reinos Olvidados - Moonshaes 2 by Douglas Niles

Reinos Olvidados - Moonshaes 2 by Douglas Niles

autor:Douglas Niles [Niles, Douglas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica, Reinos olvidados, Moonshaes
publicado: 2011-06-30T05:00:00+00:00


Espesos setos de espinos entrelazados hasta gran altura rodeaban ahora el bosquecillo sagrado. Los druidas habían trabajado durante todo el día y la mayor parte de la noche, levantando todas las barreras que habían podido.

Pero el dragón y el duende les habían dado la noticia y ya no quedaba tiempo para más preparativos. Dentro de muy poco, llegaría el momento del combate.

--Desde luego, todos sabéis que debéis buscar al sacerdote -dijo Genna-. No será fácil. Supongo que se quedará atrás y dejará que luchen sus criaturas. Pero, si podemos abatirlo, el ejército se quedará sin dirección. Creo que es nuestra única esperanza de detenerlos.

»Uníos a mí para un momento de oración. La diosa estará con nosotros. Que su fuerza nos sostenga en esta lucha.

«Y nos dé la victoria», pensó Robyn.

Los druidas se situaron con Genna cerca del riachuelo. A cada uno de ellos se le había asignado una porción del bosquecillo para defenderla. Genna e Isolda, junto con Grunt, ocuparían el centro. Otros ocuparon lugares próximos: hombres como Ryder Greenleaf, que cuidaba de un bosque en la orilla occidental del Gwynneth, y Gadrric Deepglen, un viejo druida que todavía ejercía sus funciones en una región de cañones y riscos en el borde norte del valle de Myrloch, cerca de los dominios de los hombres del norte.

Una joven druida, Eileen de Aspenheight, estaba directamente detrás de la Gran Druida, presta para llevar mensajes o acudir en ayuda de su superiora. El resto de los druidas, hombres y mujeres, en número de casi tres docenas, se hallaban a ambos lados en una larga hilera. Cada uno de los druidas recibiría la ayuda de algunos de los animales más vigorosos: lobos, jabalíes y venados, que darían sus vidas por la causa de la diosa.

Robyn lucharía junto a Kamerynn, Newt y Yazilliclick. Genna le había asignado un puesto lejos del centro, donde esperaba que la lucha no fuese tan encarnizada, pero ella había suplicado a su maestra que reconsiderase su decisión. La vara de su madre, observó Robyn, le daba capacidad para realizar hechizos poderosos, unos hechizos que podían significar la diferencia entre la victoria y la derrota. La Gran Druida había accedido a regañadientes.

Y así esperaron. Lucharían contra el ejército de desenterrados con su magia. Cuando ésta se hubiese agotado, emplearían gruesos garrotes, hoces afiladas e incluso sus manos desnudas. Todos los druidas eran impulsados por una sola idea: debían mantener a los profanadores lejos del Pozo de la Luna.



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