Reinos Olvidados - Moonshaes 1 by Douglas Niles

Reinos Olvidados - Moonshaes 1 by Douglas Niles

autor:Douglas Niles [Niles, Douglas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica, Reinos olvidados, Moonshaes
publicado: 2011-06-30T05:00:00+00:00


Gavin abandonó la recua de asnos y bajó por el camino en dirección al pueblo incendiado, que todavia estaba lejos, detrás de otra sierra baja.

Tristán partió al galope para alcanzar al herrero.

--¡Espera! -le gritó-. Toma uno de los caballos nosotros te acompañaremos.

Gavin siguió corriendo, como si no lo hubiese oído y Tristán repitió su ofrecimiento. Por último, jadeanado a causa del esfuerzo, el hombrón se detuvo. El dolor que se pintaba en los ojos del herrero impresionó profundamente al príncipe, quien desmontó de un salto y le dio su caballo. El gran caballo castrado gris era el más grande de todos. El príncipe montó en uno de repuesto, mientras los otros empezaban a galopar por el camino. Los perros corrían por las cunetas, mientras los asnos, descargados, caminaban despacio, y pronto quedaron rezagados.

El grupo redujo la marcha a un medio galope y, al cabo de menos de media hora, contemplaron un paisaje de granjas destruidas, edificios incendiados y campos arrasados. En el centro de aquel erial, yacían las humeantes ruinas de Cantrev Myrrdalc.

Ni una sola casa permanecía en pie en la pequeña comunidad. La mayoría habían sido incendiadas, pero algunos edificios más pequeños habían sido visiblemente derruidos con implacable determinación.

Espoleando sus monturas, se acercaron a las ruinas. Ahora pasaron por delante de algunas granjas quemadas donde, cada tanto, vieron restos humanos o animales que yacían en los campos o a lo largo del camino. A juzgar por el aspecto de los cadáveres, la carnicería se había producido el dia anterior. Durante toda la carrera no vieron un ser viviente, salvo tes cuervos que se elevaban graznando de los cadáveres, al paso de los jinetes. Refrenando sus caballos en la entrada del pueblo, desmontaron todos. Gavin corrió hacia adelante, dando traspiés en la socarrada y devastada calle principal, y Tristán hizo ademán a los otros de que esperasen.

--¿Quién puede haber hecho esto? -preguntó Daryth, después de un largo silencio.

A su lado, Robyn jadeó y se volvió para no ver aquel escenario.

--No creo que sea obra de los firbolg -murmuró Tristán-. Ha sido un trabajo demasiado completo.

--¿Hombres del norte? -preguntó Pawldo con los labios apretados.

--Temo que algo mucho más siniestro -dijo con voz grave el bardo-. La propia tierra ha sido profanada.

Robyn, gimiendo en voz baja, se agarró a las riendas de su montura para no caer. Tristán se acercó a ella y la asió de un brazo. Ella se estremeció con violencia.

--Despleguémonos y observemos a nuestro alrededor -sugirió el príncipe-. Busquemos alguna pista de los autores de esto. No quiero pensar que los firbolg son lo bastante numerosos para hacerse fuertes en una plaza como ésta y tener gente sobrada para asolar los campos.

Robyn permaneció fuera del pueblo, mientas Tristán, Daryth, Pawldo y Keren se desplegaban y avanzaban entre las ruinas del pueblo. Aquí y allá, un bulto ennegrecido por el humo y que podría haber sido un cadáver yacía como una grotesca ruina más entre los escombros.

El príncipe, mareado, caminaba como un autómata. Sentía como si le hubiesen infligido una profunda herida en los órganos vitales.



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