Reinos Olvidados - La Guerra Reina Araña 6 by Paul S. Kemp

Reinos Olvidados - La Guerra Reina Araña 6 by Paul S. Kemp

autor:Paul S. Kemp [Kemp, Paul S.]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2011-07-13T05:00:00+00:00


* * *

Consciente de que los ojos de sus compañeros estaban fijos en él, Pharaun sacó una muestra de murciélago de su piwafwi, formó un círculo con los dedos y recitó un pareado.

Un orbe plateado e incorpóreo tomó forma ante él. Mediante un ejercicio de voluntad vio a través del mismo como si fueran sus propios ojos. Bajo su control mental, la esfera retrocedió rápidamente por el túnel de las chwidencha, por el pozo vertical y atravesó la pared de piedra que él mismo había creado para sellar el túnel.

A través de aquel ojo, Pharaun vio la superficie.

Era de noche y estaba lloviendo. El paisaje estaba sembrado de carcasas y miembros de arañas. Los cuerpos de chwidencha que habían dejado tras de sí estaban destrozados. Pharaun no advirtió ningún movimiento, ninguna araña. Dejó de concentrarse en el orbe y lo dejó donde estaba para volver a la visión de sus propios ojos.

Quenthel estaba a su lado, esperando. Danifae permanecía unos pasos más atrás, con expresión velada. Jeggred sobresalía por encima de la cautiva de guerra y miraba a Pharaun con avidez manifiesta.

--Es de noche, señora --le dijo Pharaun a Quenthel--, y llueve un poco. Da la impresión de que el Hostigamiento ha cesado.

Quenthel asintió como si eso fuera lo que esperaba que le dijera.

--Entonces nos vamos --dijo--. Despeja el camino.

Pharaun asintió. Un simple conjuro bastaría.

Visualizó la superficie y pronunció una palabra mágica que abrió un portal dimensional entre donde estaban y la superficie. En el aire se formó una cortina de energía verde.

Pharaun extendió una mano hacia Quenthel y las serpientes del látigo de la sacerdotisa se dispusieron a atacar con un siseo. Hasta las serpientes estaban más tensas que de costumbre. El enfrentamiento entre Pharaun y Jeggred había echado leña al fuego de la guerra de nervios de las sacerdotisas. Pharaun se hizo el firme propósito de no dejarse coger en medio de la conflagración cuando llegara lo inevitable.

--Debo tocarte para que puedas usar el portal --le dijo a Quenthel.

La sacerdotisa asintió y calmó a las serpientes. El mago le apoyó suavemente la mano en el hombro. Al hacerlo, enarcó las cejas y la miró con aire interrogante.

La expresión de la suma sacerdotisa indicó que había captado el significado. Podían dejar a Jeggred y a Danifae detrás, atrapados en el subterráneo.

Quenthel pareció pensárselo antes de hacerle subrepticiamente una señal.

Vamos todos.

Pharaun no dejó que su cara revelase la decepción que sentía. Miró a Danifae, que estaba detrás de Quenthel.

--¿Señora Danifae?

Tras haber obtenido su aprobación, Pharaun se dirigió hacia ella y puso su mano sobre la de la sacerdotisa, prolongando un momento el contacto con su tersa piel. Sintió la carne de ella ardiente bajo su mano.

--Jeggred también --dijo Danifae con su seductora sonrisa de depredadora.

Pharaun miró al draegloth, quien le sonrió mostrándole los colmillos y echándole una bocanada de apestoso aliento.

--Por supuesto --dijo Pharaun haciendo una mueca de asco. Dio un paso hacia el draegloth, que empezó a babear al aproximarse el mago.

Fiel a la promesa que le había hecho a Jeggred, Pharaun había formulado un conjuro de contingencia sobre su persona llegado el caso.



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