Reinos Olvidados- Elminster 2 by Ed Greenwood

Reinos Olvidados- Elminster 2 by Ed Greenwood

autor:Ed Greenwood [Greenwood, Ed]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica, Reinos olvidados, Elmister
publicado: 2011-06-13T05:00:00+00:00


largas y lentas pasadas tendrían que ser muy certeras; no sucedía cada día que la comida flotara sobre el suelo.

—Gal —dijo Athtar con paciencia, mientras escalaban la segunda pared rocosa vertical consecutiva—. Sé que te ha alterado todo eso de tu escondite... ¡por los dioses, que medio bosque ya lo sabe!... Pero volveremos a buscarlo, y no sirve de nada...

Algo veloz, redondo y del color de la sangre húmeda cayó del cielo y se llevó con él el rostro de Athtar.

El cuerpo de Athtar pasó rozando a su compañero en su caída, agitando las extremidades y la cosa que lo había matado rebotó sobre su pecho para ir a rodar hasta una maraña de raíces, frente al rostro de Galan.

El elfo contempló atónito las cuencas vacías de la calavera de un compatriota cubierta de sangre fresca... durante los breves instantes anteriores al momento en que su mano se soltó de la semidesmoronada repisa y se encontró precipitándose en la misma oscuridad que se había llevado a su compañero.

Elminster dio un paso en la oscura estancia, y vio que algo no estaba nada bien.

La Srinshee había desaparecido, y una joven elfa desnuda se encontraba de rodillas ante un ceniciento esqueleto desmadejado, sollozando con desesperación. ¿Se había quemado su amiga?

La muchacha alzó los ojos, el rostro inundado de lágrimas, y sollozó.

—¡Oh, Elminster! —Le tendió los brazos, y El corrió a ellos, y la abrazó. ¡Que los dioses vieran aquello! ¡La joven era la Srinshee!

—Lady Oluevaera —dijo con suavidad, al tiempo que le acariciaba los cabellos y la acunaba contra su pecho—, ¿qué ha acaecido aquí?

Ella sacudió la cabeza y consiguió balbucear:

—Más tarde.

Murmurando sonidos tranquilizadores, el joven mago la meció, durante algún tiempo hasta que su llanto se apaciguó, y la mujer pudo hablar.

—Elminster, perdóname, pero estoy agotada y en grave peligro de fallarle a Cormanthor por primera vez en mi vida.

—¿Hay algo que pueda hacer?

Oluevaera levantó el juvenil rostro para encontrarse con sus ojos. Los de ella eran todavía viejos, sabios y tristes, observó El.

—Sí —musitó ella—, ponerte en peligro otra vez. No puedo pedirte esto: el riesgo es excesivo.

—Cuéntame —murmuró el joven mago—. Empiezo a creer que lanzarme al peligro es lo que Mystra me envió a hacer aquí.

La Srinshee intentó sonreír. Sus labios temblaron un instante, y luego repuso:

—Puede que tengas razón. He visto a Mystra mientras tú no estabas. —Alzó una mano para anticiparse a sus preguntas, y continuó—: De modo que debes mantenerte con vida para escucharlo luego. Me queda el poder justo para lanzar un hechizo de transmutación de cuerpos.

—Para enviarme a donde se encuentra alguien, y trasladarlo aquí —comentó El entrecerrando los ojos.

—El Ungido asiste a un festejo esta noche —asintió ella—, y seguro que habrá alguien lo bastante furioso para intentar asesinarlo.

—Lanza el conjuro —le instó él con firmeza—. Se me han agotado algunos hechizos, pero estoy listo.

—¿Lo harás? —inquirió la hechicera, y meneó la cabeza, secándose impaciente 109



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