Reinos Olvidados - El Imperio 1 by David Cook

Reinos Olvidados - El Imperio 1 by David Cook

autor:David Cook [Cook, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica, Reinos olvidados, Imperio
publicado: 2011-07-15T05:00:00+00:00


Aquella noche hubo consejo en la yurta de Yamun. En el exterior, los mejores y más fieles de los guardias nocturnos rodeaban la tienda. Todos llevaban corazas y muchas armas, y se mostraban nerviosos e inquietos. Varios conejos habían resultado muertos a flechazos cuando hicieron un poco de ruido entre los arbustos. Además, los guardias se vigilaban entre sí. Los rumores circulaban por todo el campamento: se hablaba de traición entre los guardaespaldas de Yamun, de legiones enteras de brujos, y de monstruos malignos que salían del suelo.

Los que se encontraban en el interior de la yurta también estaban dominados por la tensión. La oscuridad del recinto sólo era disipada por las ascuas de un pequeño brasero, que apenas si alcanzaba a iluminar con un resplandor rojizo los rostros serios de los hombres presentes. Yamun yacía en su lecho, despierto pero muy débil. Sus mejillas casi no tenían color. Por recomendación de Koja, lo habían tapado con varias mantas de fieltro, que pretendían eliminar el veneno a través del sudor. Sentados en alfombras, junto a la cama del enfermo, se encontraban Jad y Goyuk, como dos siluetas un poco más oscuras que las tinieblas de alrededor.

Koja había dedicado la última hora a relatar con mucho cuidado su versión de los hechos del día. Jad lo escuchaba con la cabeza gacha, y Goyuk asentía mientras analizaba las palabras del sacerdote. En cuanto acabó de explicar el tratamiento de las heridas, Koja hizo silencio y, con las manos puestas en las rodillas, esperó la respuesta de los presentes.

--Es bueno tener a los dioses de tu parte, aunque sean dioses extranjeros -comentó Goyuk, como quien divaga. Ya era muy tarde y el día había sido muy duro. La fatiga se reflejaba en el rostro del anciano kan; tenía los párpados cerrados y se acurrucaba como un buitre cansado.

Desde su cama, Yamun suspiró al tiempo que buscaba con la mirada al luchador apostado al fondo de la yurta.

--Sechen, ¿ocurrió tal cual dice el lama?

--Lo que vi es lo mismo que dijo el lama -respondió el gigante con una reverencia, en cuanto se acercó a su jefe.

--Recuerdo el ataque del guardia y la herida -añadió Yamun. Levantó un poco el cuerpo, apoyado en el codo-. Historiador, me has salvado la vida. Por lo tanto, Koja de los khazaris, te pido que seas mi anda. -Casi sin fuerzas, el Khahan ofreció su mano al sacerdote, mientras se escucha la exclamación de sorpresa del grupo.

--¡Gran señor! No me lo merezco -tartamudeó Koja, con el rostro enrojecido por la vergüenza.

--No es a ti a quien corresponde decirlo. Yo escojo quién será mi anda. -Yamun extendió un poco más la mano hacia Koja.

--¡Padre! -protestó Jad-. Te encuentras débil y necesitas descanso. Piensa en este asunto más tarde.

--Silencio, hijo mío -gruñó Yamun-. Koja me salvó la vida y se ha ganado el derecho.

--Sí, Khahan -dijo Jad, obediente.

Yamun miró a Goyuk para ver si tenía algún reparo. El viejo kan frunció los labios y se guardó la opinión. El Khahan volvió a dirigir su mirada al lama.



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