Quijote 2 (1614) by Miguel de Cervantes

Quijote 2 (1614) by Miguel de Cervantes

autor:Miguel de Cervantes [Cervantes, Miguel de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela
ISBN: 9783959550505
editor: Clásicos Hispánicos
publicado: 2015-11-26T00:00:00+00:00


Habiendo, pues, don Quijote leído las letras del pergamino, claro entendió que del desencanto de Dulcinea hablaban; y dando muchas gracias al cielo de que con tan poco peligro hubiese acabado tan gran fecho, reduciendo 1317 a su pasada tez los rostros de las venerables dueñas, que ya no parecían, 1318 se fue adonde el duque y la duquesa aún no habían vuelto en sí, y, trabando de la mano al duque, le dijo:

–¡Ea, buen señor, buen ánimo, buen ánimo, que todo es nada! La aventura es ya acabada sin daño de barras, 1319 como lo muestra claro el escrito que en aquel padrón está puesto.

El duque, poco a poco y como quien de un pesado sueño recuerda, 1320 fue volviendo en sí, y por el mismo tenor la duquesa y todos los que por el jardín estaban caídos, con tales muestras de maravilla y espanto, que casi se podían dar a entender haberles acontecido de veras lo que tan bien sabían fingir de burlas. Leyó el duque el cartel con los ojos medio cerrados, y luego, con los brazos abiertos fue a abrazar a don Quijote, diciéndole ser el más buen caballero que en ningún siglo se hubiese visto.

Sancho andaba mirando por la Dolorida, por ver qué rostro tenía sin las barbas y si era tan hermosa sin ellas como su gallarda disposición prometía; pero dijéronle que así como Clavileño bajó ardiendo por los aires y dio en el suelo, todo el escuadrón de las dueñas, con la Trifaldi, había desaparecido y que ya iban rapadas y sin cañones. 1321 Preguntó la duquesa a Sancho que cómo le había ido en aquel largo viaje. A lo cual Sancho respondió:

–Yo, señora, sentí que íbamos, según mi señor me dijo, volando por la región del fuego, y quise descubrirme un poco los ojos, pero mi amo, a quien pedí licencia para descubrirme, no la consintió; mas yo, que tengo no sé qué briznas de curioso y de desear saber lo que se me estorba y impide, bonitamente 1322 y sin que nadie lo viese, por junto a las narices aparté tanto cuanto 1323 el pañizuelo que me tapaba los ojos, y por allí miré hacia la tierra, y pareciome que toda ella no era mayor que un grano de mostaza, y los hombres que andaban sobre ella, poco mayores que avellanas: porque se vea cuán altos debíamos de ir entonces.

A esto dijo la duquesa:

–Sancho amigo, mirad lo que decís, que, a lo que parece, vos no vistes la tierra, sino los hombres que andaban sobre ella; y está claro que si la tierra os pareció como un grano de mostaza y cada hombre como una avellana, un hombre solo había de cubrir toda la tierra.

–Así es verdad –respondió Sancho–, pero, con todo eso, la descubrí por un ladito y la vi toda.

–Mirad, Sancho –dijo la duquesa–, que por un ladito no se ve el todo de lo que se mira.

–Yo no sé esas miradas –replicó Sancho–: solo sé que será bien



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.