Quiero volver a verte by Ángela Drei

Quiero volver a verte by Ángela Drei

autor:Ángela Drei [Drei, Ángela]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romantica
publicado: 2018-04-11T22:00:00+00:00


14

—Chloe. —James tenía la boca seca y descubrió que los dedos le temblaban. El pitido del teléfono lo había sacado de su letargo y cogió la llamada suponiendo que eran las once en punto y encontraría a su hermana al otro lado del aparato.

No se había equivocado, el juicio final se acercaba y no tenía ninguna defensa posible.

—Buenos días, James. ¿Estás bien? —Su hermana no parecía feliz, así que él perdió toda esperanza de que ella no estuviera informada de cada detalle de la noche anterior.

—Sí. Estoy bien.

—De acuerdo. Adiós, James. —Y colgó.

James no estaba asustado, eso era demasiado poco para describir cómo su estómago brincaba, el pecho le dolía y le costaba respirar. La cabeza comenzó a darle vueltas y terminó vomitando hasta tener el estómago vacío y los músculos doloridos.

Después de una ducha caliente no se sentía mejor, pero a menos se había quitado el olor y el sudor de la noche anterior, y pensó que ojalá fuera tan fácil borrar el resto del sábado.

Mientras se le aclaraba la cabeza, todos sus pensamientos se centraban en su único problema ahora. Si Chloe lo sabía, lo sabía Julia, y entonces... tal vez… Susana también.

Había sido una locura. Estaba enfadado. Podría explicárselo.

No. No iba a poder explicar nada.

Y suplicó a Dios que por favor nadie supiera lo que había sucedido en el aparcamiento.

Marcó el teléfono de su hermana pequeña. Si era necesario suplicaría y se arrastraría, pero tenía que conseguir otra oportunidad.

—James.

—Chloe, ayer... —No tenía ni idea de cómo comenzar.

—¿Sí, James?

—Necesito que me ayudes.

Nunca había pensado que terminaría pidiendo ayuda a sus hermanos; nunca lo había hecho antes, y solía dejárselo bien claro cada vez que ellos trataban de inmiscuirse en su vida. Él elegía cómo vivía, nadie más. Hasta ahora.

—¡Ja!

—Chloe, por favor.

—¿Cómo puedes tener tanta caradura, James? ¿Qué pretendes que haga?

—Solo no le digas nada, por favor —suplicó.

—¿Por qué? ¡Dime por qué narices yo te encubriría! —Hacía tiempo que no escuchaba a su hermana tan enfadada, esa era la verdad, y sabía muy bien que cuando ella tomaba una decisión era prácticamente imposible hacer que cambiara de idea.

—Por favor —repitió en voz baja. Se sentía como un diminuto insecto suplicando a la pequeña Chloe.

—James, no puedo mentirle. Susana no merece eso.

James tomó aire tratando de pensar, aunque lo único que consiguió fue que las náuseas regresaran. Tenía que quemar todos los cartuchos antes de rendirse.

—Por favor, Chloe. Es importante. Haré lo que quieras.

No escuchó nada al otro lado del teléfono y la comunicación se cortó. Se quedó sentado, sintiendo un sudor frío que le recorría todo el cuerpo, y la certeza de todo lo que había perdido se instaló en su corazón. La vida se deslizaba riéndose de él una vez más. Y el único culpable de su caída era él mismo. Como siempre.

Lo había perdido todo. Y tal vez no volviera a tener la oportunidad de encontrar a nadie igual a ella. Susana había sido un regalo, una breve estrella en su vida, o quizá un cometa, porque ahora, delante de sus ojos, su luz desaparecía y no podía hacer nada por evitarlo.



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