Queria ser neutral by Elliot Dooley

Queria ser neutral by Elliot Dooley

autor:Elliot Dooley
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventuras, Novela
publicado: 1983-04-20T22:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

Max Colton estaba sentado tranquilamente junto a la ventana de su habitación, leyendo el manifiesto de las fuerzas de ocupación. Las condiciones que se imponían a los vencidos eran demasiado enérgicas y drásticas.

—Tendrán que pedir permiso a los alemanes hasta para respirar —murmuró.

El corresponsal dejó a un lado el pliego de papel y encendió un cigarrillo. De repente, unos golpes suaves, dados en el postigo, le hicieron sobresaltarse. Preguntó:

—¿Quién anda ahí?

—¡Ayúdeme, por favor! Estoy herido…

Durante unas décimas de segundo, Max Colton vaciló. No se decidía ni por ayudar al polaco, ni en llamar a alguno de los alemanes que llenaban el hotel. Sabía que, haciendo lo primero, pondría en peligro su vida. Pero en la voz de aquel hombre había algo que despertó el interés del corresponsal americano.

Max Colton abrió las ventanas.

—Gracias… ¡Oh! Es el americano. El amigo de mi hermana…

El teniente Stoyan acababa de reconocerle. Y respiró aliviado.

—Dese prisa —le susurró Max, decidiéndose a ayudarle—. Entre antes de que le vea algún alemán. Esto está lleno de ellos.

Janko se izó penosamente hasta el antepecho de la ventana y saltó al interior de la habitación, dejándose caer al suelo. Max Colton se apresuró a cerrar los postigos y a asegurar la ventana. En seguida se volvió hacia el herido.

—¿Cómo ha podido llegar hasta aquí?

—Se lo explicaré luego…, pero, ahora, por favor, deme agua. ¡Me estoy muriendo de sed!

El periodista se dirigió al lavabo y tomó el vaso que empleaba para lavarse los dientes. Lo llenó de agua y regresó junto al hermano de Lizaveta, que se había incorporado hasta quedar sentado en la butaca donde momentos antes lo hiciera Max Colton.

—Tome. Beba despacio.

Janko cogió el vaso y bebió con avidez.

—Bueno…, dígame cómo pudo llegar hasta aquí.

—Intervine en la batalla de Kutno. Mi regimiento cargó contra los alemanes, pero fuimos derrotados.

Max dijo:

—Ya lo sé. Asistí a la batalla… desde lejos.

—Mi caballo resultó alcanzado por una ráfaga y se desplomó pillándome debajo. Luego, un granadero me disparó a bocajarro, pero la bala chocó en mi casco y se desvió. Perdí el conocimiento… Más tarde, otro alemán, que pasó corriendo junto a mí, volvió a dispararme y me hirió en un hombro. Perdí otra vez el sentido y seguí debajo del caballo. Los demás alemanes que pasaron por mi lado me dieron por muerto. Al anochecer, me recuperé o suficiente para deslizarme lejos de aquel espantoso cementerio. Caminé como pude, ocultándome a cada paso. Así durante dos noches consecutivas. Vi muchas patrullas enemigas, pero tuve suerte y logré eludirlas.

—Podía haber un alemán en esta habitación.

—No me era posible resistir más. Estoy agotado. Necesito que alguien cure mi hombro. Tenía sed… y el hambre me estaba venciendo.

Max Colton miró, pensativo, al oficial polaco.

«Efectivamente, está al borde de la resistencia. Y lo malo es que yo soy neutral. Debería entregarle a los alemanes. Si no lo hago, rompo mi neutralidad y me pongo fuera de la ley».

El periodista se encaró con Janko:

—¿Va a rendirse?

—¿Por qué lo pregunta?

—Por la sencilla razón de que, si piensa rendirse, lo mismo es hacerlo ahora que dentro de unos cuantos días.



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