Que nadie te salve la vida by Flàvia Company

Que nadie te salve la vida by Flàvia Company

autor:Flàvia Company [Company, Flàvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2012-08-31T16:00:00+00:00


Tercera parte

Ha llegado cansada del trabajo. Ha bajado las persianas del estudio. Entra luz, no demasiada. Son las cuatro de la tarde pasadas y todavía no ha comido. Primero, sentada en la butaca de lectura, ha escuchado cuatro veces la misma canción, pero ahora se va al escritorio y prefiere el silencio.

Berta mira la carta, la única de papel y escrita a mano que ha recibido en toda su vida. Hace solo tres días que la ha leído. Ha localizado al hombre, ha conseguido la dirección. Esa parte ha sido fácil. No ha tenido más que consultar la base de datos sanitarios. Lo que le resulta difícil es tomar la decisión de hacer o no lo que pide el escrito. Se ha puesto un límite. Si a las ocho de la tarde no ha llegado a una determinación, será que no para siempre jamás, suponiendo que se pueda hacer algo para siempre jamás.

Respira hondo. Sus madres se la dieron hace un mes, el día de su vigesimoquinto cumpleaños. Le contaron que habían dudado hasta el último momento. La habían guardado todos aquellos años sin estar seguras de que se la entregarían.

Ese día tardaron más de lo normal en abrir la puerta. Por lo general, cuando ella salía del ascensor, ya estaba de par en par, porque alguna de sus madres, cuando veía que se acercaba la hora, iba a esperarla al balcón; era un rito: ella levantaba la cabeza y se saludaban con la mano. Pero esa vez no había nadie en el balcón. A Berta le extrañó y pensó que debían de tramar algo. Al entrar en la casa vio que ni siquiera habían puesto la mesa. ¿He llegado demasiado temprano a mi cumpleaños?, preguntó mientras se metía en la cocina siguiendo los pasos de Sara. No has llegado tan tarde como otros días, preciosa mía, Gabi le dio un beso y le tiró de las orejas. Mientras Sara terminaba de preparar la comida y poner la mesa, Berta abrió los regalos que le dio Gabi, este es el mío y este el de Sara, a ver cuál te gusta más, bromeó.

¿Estáis bien?, preguntó Berta al acabar de comer, cuando sacaron el pastel de cumpleaños. Lo digo porque me da la impresión de que estáis un poco… y se interrumpió, oh, oh, oh, no me lo puedo creer, ¡veinticinco velas! Tienes que pedir un deseo antes de soplar, ¿eh?, le recordó Sara mientras las encendía.

¿Qué pedirías si pudieras pedir algo imposible?, quiso saber Gabi mientras cogía un cigarrillo bajo la mirada de reproche de la hija. Ya lo sé, ya lo sé, no debería fumar…, ¿qué pedirías? Que no fumaras, ¿qué te parece? ¿Te quedarás a dormir hoy?, dijo Sara para cambiar de tema. El tabaco se convertía muchas veces en una especie de guerra sin fin. Uf, no puedo, tengo que ir a casa, tengo que acabar algunos informes, debería leer un par de artículos y prepararme para una especie de examen que nos hacen mañana, o sea que no, pero vendré el sábado, ¿vale? ¿Os pasa algo? Os veo un poco no sé cómo.



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