Préstame a tu novio… para siempre by Elizabeth Urian

Préstame a tu novio… para siempre by Elizabeth Urian

autor:Elizabeth Urian
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2015-05-19T22:00:00+00:00


Capítulo 6

A media mañana, los parientes empezaron a llegar de todas partes. En la última hora había estrechado numerosas manos y tratado de memorizar nombres asociándolos a rostros desconocidos. Tíos, primas, sobrinas… Toda la casa se había convertido en núcleo vital de la familia. En todas las habitaciones pululaba gente besándose, abrazándose o charlando con ánimo tras tiempo sin verse. Luke se sentía un poco agobiado.

No había podido salir ni siquiera a pasear y lo había echado en falta, sobre todo con toda esa gente por allí. Cuando bajó a desayunar, se topó con Marissa entrando por la puerta principal con la respiración entrecortada y el sudor visible en su frente.

—Así que has ido a correr —declaró con algo de envidia. Todavía estaba intentando decidir si era debido a que había podido practicar el deporte y saborear los momentos de soledad, o al hecho de desear haberla acompañado y disfrutar así de su compañía sin la presencia de los otros.

Que ella le sonriera y declarara que había echado de menos su compañía no ayudó a frenar su anhelo.

En esos momentos, no obstante, se hallaba sentado en el solárium de la casa en compañía de algunos jóvenes —que solo prestaban atención a su iPod—, dos mujeres mayores que respondían cuando se las llamaba «tías», el patriarca, Ben y algunas niñas revoltosas que no paraban de entrar y salir al exterior.

El solárium era tan precioso como el resto de la casa. Las paredes en blanco mate, el mobiliario de mimbre en tonos beige y fundas y cojines en tonos ocres y tierra daban a la habitación un aire tranquilo y claro. Ayudaban, cómo no, las enormes ventanas desprovistas de todo adorno o cortinaje, integrando el verde exterior con el interior.

—Son unos chicos muy guapos—indicó una de las mujeres mayores, mirando alternativamente de Ben hacia Luke.

—Ya lo has dicho antes —la amonestó Sylvia.

—Pero es que lo son —insistió la primera.

Discutían en voz alta y no parecían hacer sentir incómodos a nadie a excepción de los dos interesados.

Desde la llegada de cada una de esas personas habían sido objeto de curiosidad. Lo entendía y aceptaba, pues ¿en qué familia no sentirían curiosidad por dos nuevos miembros? Incluso había visto como alguno de ellos, sobre todo las mujeres, daba codazos de complicidad tanto a Marissa como a Regina. Debían de considerarlos adecuados.

—Y, ¿qué vamos a hacer hoy? —preguntó Ben a Jerome Mills.

Parecía que prefería el golf y el picnic a estar encerrado en cada con una horda de gente. Luke lo comprendía bien.

—Descansar y disfrutar de la familia —expuso—. Debemos estar descansados para la cena.

Ben no pareció estar muy dispuesto a ello, pero, como invitado, no dijo nada.

Esa noche se daría una cena en el hotel donde trabajaba Deborah, como paso previo a la boda del día siguiente. Los Mills se habían tomado muy en serio esa celebración y actuaban como lo haría cualquiera en la misma situación la primera vez que celebraba ese importante acontecimiento. Oía hablar a las mujeres de vestidos y zapatos con la alegría propia de quienes disfrutan del dulce placer de arreglarse.



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