Otra Aventura De Los Cinco by Enid Blyton

Otra Aventura De Los Cinco by Enid Blyton

autor:Enid Blyton
La lengua: es
Format: mobi
Tags: Infantil, Novela
publicado: 2010-01-13T16:36:21+00:00


54

A poco, mayores y pequeños estaban todos dedicados a sondear y golpear los recuadros de la pared. De pronto se oyó una voz que los saludaba.

—¡Hola! ¡A fe que debéis de estar muy atareados!

Los chicos se volvieron y pudieron ver en la puerta del cuarto al preceptor, que les sonreía. Los dos artistas también dirigieron a él sus miradas.

—¿Es amigo vuestro? —preguntó el señor Thomas.

—Sí, es nuestro preceptor y es muy simpático —dijo Ana acercándosele a toda prisa y tomándole la mano.

—Deberías presentarme a estos señores, Ana —dijo el preceptor, siempre sonriente.

Ana sabía presentar a las personas. Estaba acostumbrada a ver cómo lo hacía su madre.

—El señor Roland —dijo a los dos artistas. Luego se volvió al preceptor—. El señor Thomas —le dijo, señalando a este último con la mano—. Y —añadió—

el señor Wilton.

Los hombres se inclinaron cortésmente y se dieron la mano.

—¿Viven ustedes aquí? —preguntó el señor Roland—. Es una granja muy antigua e interesante, ¿verdad?

—¿Es ya hora de volver a casa? —dijo Julián al oír las campanadas del reloj.

—Temo que sí —dijo el señor Roland—. He venido más tarde de lo que había previsto. Podemos estar aquí unos cinco minutos, pero nada más. Los aprovecharemos para echaros una mano en la búsqueda que habéis emprendido para encontrar el camino secreto.

Pero, por más que todos golpearon, palparon y comprimieron los recuadros de la pared, nada nuevo ocurrió. Era algo decepcionante.

—Lo mejor será que nos vayamos ya —dijo el señor Roland—. Id a despediros de los Sanders.

Todos se dirigieron a la caldeada cocina, en donde la señora Sanders estaba dedicada a preparar algo que aparentaba ser delicioso.

—¿Está preparando la merienda, señora Sanders? —dijo el señor Wilton—. A fe que es usted la mejor cocinera que he conocido.

La señora Sanders sonrió. Se volvió a los chicos.

—Queridos: ¿habéis encontrado lo que buscabais? —preguntó.

—No —dijo el señor Roland, contestando por ellos—. Al final no hemos conseguido encontrar el camino secreto.

—¿El camino secreto? —dijo la señora Sanders, sorprendida—. ¿Sabéis algo de eso? ¡Yo creí que era un asunto olvidado! Hace muchos años que no pienso en ello.

—Oh, señora Sanders —gritó Julián—. ¿Sabe usted algo de ese camino?

¿Sabe dónde está?

—No lo sé, querido. El secreto acabó perdiéndose hace ya muchos años —

dijo la anciana señora—. Yo recuerdo que mi abuela me hablaba de él cuando yo era todavía más pequeña que vosotros. Pero a mí no me interesaba. Me



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