Oscar Wilde by Una mujer sin importancia

Oscar Wilde by Una mujer sin importancia

autor:Una mujer sin importancia [importancia, Una mujer sin]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2012-06-04T02:59:55+00:00


TELÓN

ACTO TERCERO

Escena: la galería de retratos de Hunstanton Chase. Puerta al fondo que da a la terraza. Lord Illingworth y Gerald están a la derecha. Lord Illingworth, sobre un sofá. Gerald, en una silla.

LORD ILLINGWORTH.––Su madre es una mujer muy sensata, Gerald. Sabía que al fin consentiría.

GERALD.––Mi madre es terriblemente escrupulosa, Lord Illingworth, y sé que ella no cree que soy lo bastante apto para el puesto de secretario suyo. Está en lo cierto. Fui muy holgazán cuado iba a la escuela y no podía aprobar ni un examen.

LORD ILLINGWORTH.––Mi querido Gerald, los exámenes no tienen ningún valor. Si un hombre es un caballero, ya sabe lo bastante, y si no lo es, todo lo que sepa es perjudicial para él.

GERALD.––Pero ¡yo desconozco tanto el mundo, Lord Illingworth!

LORD ILLINGWORTH.––No tema, Gerald. Recuerde que posee la cosa más maravillosa del mundo: ¡la juventud! No hay nada como la juventud. Los de edad mediana tienen la vida hipotecada. Los viejos están en el desván de la vida. Pero los jóvenes son los amos de la vida. La juventud tiene un reino esperándola.Todo el mundo nace rey, y la mayoría de la gente muere en el exilio, como la mayoría de los reyes. Para volver a conseguir mi juventud, Gerald, yo haría cualquier cosa..., excepto ejercicio, levantarme pronto o ser un miembro útil de la comunidad.

GERALD.––Pero ¿usted no se llamará viejo, Lord Illingworth?

LORD ILLINGWORTH.––Soy lo bastante viejo para ser tu padre, Gerald.

GERALD.––Yo no recuerdo a mi padre; murió hace años.

LORD ILLINGWORTH.––Eso me dijo lady Hunstanton.

GERALD.––Es muy curioso, pero mi madre jamás me habla de mi padre. A veces creo que mi padre era de clase más elevada.

LORD ILLINGWORTH.––(Con una mueca.) ¿De veras? (Se adelanta y pone una mano sobre el hombro de Gerald.) Habrá usted sentido la falta de su padre, ¿verdad, Gerald?

GERALD.––¡Oh, no! ¡Mi madre ha sido tan buena conmigo! Nadie ha tenido una madre como la mía.

LORD ILLINGWORTH.––Estoy seguro de eso. Pero creo que la mayoría de las madres no comprenden del todo a sus hijos. Quiero decir que no se dan cuenta de que el hijo tiene ambiciones, o desea conocer la vida, o hacerse un nombre. Después de todo, no esperaría usted pasarse toda la vida en un agujero como Wrockley, ¿verdad?

GERALD.––¡Oh, no! Sería horrible.

LORD ILLINGWORTH.––El amor de una madre es conmovedor, desde luego, pero muchas veces curiosamente egoísta. Quiero decir que hay mucho egoísmo en él.

GERALD.––(Lentamente.) Supongo que sí.

LORD ILLINGWORTH.––Su madre es una mujer muy buena. Pero las mujeres buenas tienen ideas limitadas sobre la vida; su horizonte es tan pequeño, sus intereses tan poco importantes... ¿no es así?

GERALD.––Se interesan muchísimo, ciertamente, por cosas que a nosotros no nos preocupan nada.

LORD ILLINGWORTH.––¿Supongo que su madre será muy religiosa?

GERALD.––¡Oh, sí! Va siempre a la iglesia.

LORD ILLINGWORTH.––¡Ah! No es moderna, y ser moderna es lo único que vale la pena hoy día. Usted quiere ser moderno, ¿verdad, Gerald? Usted quiere saber lo que es realmente la vida. Bien, ahora simplemente tiene que introducirse en la mejor sociedad. Un hombre que puede dominar la mesa en una cena en Londres puede dominar el mundo.



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