Oro by Dan Rhodes

Oro by Dan Rhodes

autor:Dan Rhodes [Rhodes, Dan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, General
ISBN: 9788420404738
Google: jt3r9i9f8IoC
Amazon: B007TTF9CO
editor: Alfaguara
publicado: 2012-04-14T22:00:00+00:00


Sábado

El pronóstico de un fin de semana despejado había hecho acudir a gente al camino de la costa. Cada pocos minutos Miyuki se encontraba saludando con la cabeza a alguien que paseaba un perro, rodeando con cuidado a un postrado fotógrafo amateur de la flora y la fauna o intercambiando comentarios favorables sobre el tiempo con una pareja sonriente con chaquetas de borreguillo a juego. Como habían echado por tierra su soledad, dejó atrás el camino principal y se desvió por un angosto sendero que discurría tierra adentro hasta ascender un elevado peñasco.

Una vez en lo alto, contuvo el aliento y sintió que se le ponía la carne de gallina al mirar hacia la orilla y las marismas y contemplar los kilómetros de campos hasta las montañas que había pensado a veces en visitar. Sin el más leve vestigio de niebla, los verdes, azules y marrones rojizos eran tan vívidos como nunca podrían serlo. Las altas y espigadas chimeneas de las distantes refinerías de petróleo y un ocasional camping de caravanas trataban de arruinar la vista, pero Miyuki no lo permitía. El paisaje estaba salpicado de civilización, con piedras erectas, edificios de granjas, cámaras mortuorias neolíticas y muros de mampostería sin mortero. Los añadidos más recientes no constituían más que otra fase por la que estaba pasando el paisaje. Un día como ése hasta lograba convencerse de que irradiaban cierta clase de belleza.

Un cernícalo se sostenía inmóvil en el aire sobre ella. Confió en verlo descender en picado, pero no lo hizo. Se fue alejando poco a poco y ella siguió su ejemplo para descender la colina y recorrer los senderos que cruzaban los campos con un destino familiar en la cabeza.

La caminata le llevó más tiempo del que había previsto, y para cuando llegó al pub el frío había calado en ella y estaba deseando tomarse una cerveza de alta graduación. Todavía tenían un barril de Cwrw Santa, de forma que pidió una pinta y una bolsa de cacahuetes tostados y se sentó a la mesa junto al fuego. Tres hombres y una mujer hablaban en la barra, y trató de escuchar qué decían. Sólo fue capaz de captar lo esencial de la conversación, nada más. A diferencia del Anchor, en ese pub era la lengua inglesa la que surgía únicamente en ocasiones.

Cuanto más se apartaba de la ruta turística más galés oía, y ése no era de los pueblos que atraían visitantes, ni siquiera en pleno verano. En realidad no estaba de camino a ningún sitio, pues quedaba demasiado lejos del mar para seducir a los paseantes y, aparte de unas cuantas granjas antiguas, las casas eran modernas. En kilómetros a la redonda, siempre que una vieja casita de piedra se ponía a la venta, alguien se hacía con ella a un precio exagerado con la intención de alquilarla a los veraneantes. La casita en que se alojaba Miyuki era una de ésas, y cuando veía las sosas edificaciones que se habían erigido para los desplazados de la zona, la recorría a veces un estremecimiento de culpa colonial.



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