Orgullo y poco Juicio. Parte 2 by Lena Valenti

Orgullo y poco Juicio. Parte 2 by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-29T00:00:00+00:00


Capítulo 9

Había comprendido muchas cosas. Guillermo tenía las declaraciones de Borin y de Cosmin en el móvil de Lis, y la trama era terrible.

Pero esos hombres solo temían a uno.

A Atzulin. Era de él de quien tenían miedo.

Por eso Guillermo habló con sus contactos de la policía y que estaban informados sobre todo lo sucedido con el viñedo, investigando también el paradero de Federico y de Atzulin, y les dio la dirección de la casa donde se suponía que se escondía el traficante de personas. Esa misma noche irían a por él.

Atzulin era la mano ejecutora de las órdenes de Agus y Federico. Él se llevaba comisiones por los trabajos realizados y, no solo eso, extorsionaba a los trabajadores y los amenazaba de muchas maneras.

Era tremendo.

Guillermo cumpliría su palabra, y ayudaría a esos hombres. Al fin y al cabo, la empresa estaba pagando como si estuvieran regularizados, pero todo era un desfalco. Sus nóminas, sus beneficios, sus pagas, todo iba a las arcas de Federico, Agus y Atzulin. No se pagaba a la seguridad social porque no estaban dados de alta, eran irregulares aquí, todo era una pantomima de cara a la contabilidad de Vinos D’Arcy. Todos esos papeles que acreditaban su contratación legal con todos los gastos pertinentes, no eran reales. Eran falsos.

Y llevaban haciendo eso desde hacía ocho años sin que nadie lo evitase ni se diera cuenta. Cambiaban las plantillas cada año porque los hombres no podían dar más de sí en esas condiciones, y era Atzulin quien los traía engañados. Gente de Rumanía, Moldavia, Bulgaria… Él les prometía trabajo, y una vez en La Rioja los explotaba y los extorsionaba, haciéndoles adquirir deudas estratosféricas que debían pagar con su sueldo y si se atrevían a decir algo, les amenazaba con hacerles algo a sus familiares, porque Atzulin les hacía creer que tenía contacto con las mafias. Así vivían esos hombres, asustados, apresados y sin esperanza de conseguir una vida mejor.

Y Atzulin era su carcelero.

Lo mejor de todo fue que Guillermo tenía don de gentes y era muy locuaz, así que enseguida confiaron en él y en su palabra.

Les dijo que, en los días próximos, su situación se iba a normalizar. Pero que debían aceptar que la policía les tomase declaración, que no se iban a volver a sus países ni iban a ir a la cárcel.

Borin les dijo que Atzulin tenía un piso en la frontera con el País Vasco. Que se estaba escondiendo ahí.

Y Guillermo, esta vez sí, decidió llamar a la policía para ir a hacer el registro y que ellos detuvieran a Atzulin. No se iba a meter en más líos.

Pero, con todo lo que sabía, con todo lo que había descubierto, se sentía mal y frustrado.

Cuando le contase todo a sus padres les iba a dar un disgusto descomunal.

Pensaba en todas esas cosas mientras conducía en silencio por la carretera que llegaba a Haro. Ya estaban de vuelta, y se suponía que debían ir al evento de setas y vino, pero no estaba de humor.



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