Objetivo: destruir un mundo by A. Thorkent

Objetivo: destruir un mundo by A. Thorkent

autor:A. Thorkent [Thorkent, A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1976-05-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

Jason Jacks estaba de guardia en la cabina de mandos del «Leviatán» cuando entró Mirya. Llevaba en las manos dos tazas de humeante café. Le dirigió al capitán la mejor de sus sonrisas y dijo:

—Pensé que si te hacía un poco de compañía puedo conseguir quitarte el gesto ceñudo que tienes desde que partimos de Urren.

—Te lo agradezco —replicó Jason secamente tomando la taza.

Mirya le besó en la mejilla y se sentó a su lado.

—¿Por qué estás tan preocupado? —le preguntó.

—Tranquila, cariño. No es contigo —trató Jason de sonreír—. Lo que me sorprende es verte a ti y los demás tan serenos.

Ella se encogió de hombros.

—Yo creo que incluso deberíamos estar saltando de alegría.

—¿Por qué?

—Desde que Utberg regresó a Urren y narró su terrible experiencia con los artills, y después de formarse el grupo de personas a las que se pusieron al tanto del secreto, que se denominó AA, hemos vivido horribles años de angustia, trabajando contra reloj en la nave que Manara encontró imperfecta. En ella estaban depositadas todas nuestras esperanzas. Cuando supimos que no servía para nuestros propósitos creo que todos los que estábamos en la luna Athos sentimos morir un poco. Aquello suponía no poder hacer nada, esperar resignadamente la llegada de los artills y ser destruidos.

—Desde luego era un pensamiento demoledor —admitió Jason.

—Entonces debes comprender que estemos contentos por tener aún una esperanza de sobrevivir. Vuestra llegada ha sido maravillosa. Si nuestras investigaciones para construir una nave estelar no iban correctamente encaminadas, lo que hubiera supuesto nuestra perdición, tu cooperación y la de los tuyos es providencial.

Jason movió la cabeza.

—De todas formas no es grato marchar a un mundo con la intención de destruirlo —dijo.

—No digas eso. Y menos a Utberg. Él vivió momentos horribles y su odio contra los artills es algo patológico que ha estado a punto de llevarlo a la locura.

—Sí, es posible. Lo tendré en cuenta. Pero aún tenemos que hacer muchas cosas. Me hubiera gustado haber retrasado la partida unos días más. Todo ha sido un poco precipitado.

—No podíamos perder más tiempo, Jason —protestó ella—. Dentro de algunas semanas terminará el período de sueño de los artills, despertarán y se pondrán en marcha para ir a nuestro sistema planetario y destruir hasta el último asteroide. No se limitarán a achicharrar Urren, sino los demás cuerpos celestes en donde supongan que algunos grupos pueden haberse refugiado.

—Ojalá no nos encontremos con alguna desagradable sorpresa al llegar al planeta Artill —rezongó Jason.

—Oh, no insistas en tus pensamientos pesimistas.

—Es lógico temer que los artills, siendo una raza durmiente durante un largo período de tiempo, dispongan de eficaces defensas para impedir que naves enemigas intenten atacarles mientras son inofensivos.

Una sombra de duda cruzó por los ojos de Mirya.

—Ya se sopesó eso. Nuestros conocimientos acerca de Artill se reduce a lo que la mente inconsciente de Utberg captó. No es mucho, pero nos debe bastar. ¿Qué podríamos averiguar más quedándonos unos días en Urren? Nada. No disponemos de más datos para suponer algún tipo de defensa que puedan tener los artills.



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