No te hagas ilusiones by Inés Fernández Moreno

No te hagas ilusiones by Inés Fernández Moreno

autor:Inés Fernández Moreno [Fernández Moreno, Inés]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-01T00:00:00+00:00


¡Es el Bombón asesino en el celu de Mechitas! Ella se queda inmóvil, calcula riesgos, vacila, deja que siga sonando.

Y pa colmo usa pollera cortita

El meneo la levanta todita…

El hombre virtuoso me levanta las cejas, casi se menea.

Por fin ella se decide y atiende:

Cristi amorosa, cómo estás. Noooo. Le dije a mamá para que me haga la gamba. Lo que pasa es que… (un instante de duda) quiero ir a comprarle el regalo a Néstor. No vas a contar, ¿no? Tiene que ser una sorpresa. Che, te corto que me tengo que bajar, a la noche te hablo, chaucito.

El colectivo está llegando a Álvarez Thomas. Mi compañero testigo tampoco le saca los ojos de encima a nuestra musa que, tras cortar con Cristi, empieza a marcar otro número.

Hooooola, ¿chu?

La voz emerge como de un tarro de miel.

Estoy en camino, ¿eh? Y, llegaré como a las tres. Yo también, Chu. ¿Como siempre? Bueno, ¿a vos qué te parece? ¡Aaaay, no me digas eso zalamero! Yo también…

Mechitas corta, guarda el celular exhausto en la cartera y se levanta para bajarse.

Más que levantarse, parece que se despliega. No era bajita, ni tenía kilos de más. Y nos lanza una mirada. Yo, al menos, bajo los ojos avergonzada. Y tal vez el hombre a mi lado haya querido tragarse el escudito. Ella se acomoda la cartera en el hombro y se lanza vigorosa hacia la salida. Nos ha dejado solos. Cuando nos recuperamos, el hombre que creía en la virtud y la verdad me cede el asiento. Y yo hago algo que no debía haber hecho. Acepto el nido tibio que ella acaba de dejarme. Por la ventanilla veo cómo se aleja apurada y siento una desazón. Después una olita de pánico. ¿Y si el marido llama al trabajo?, ¿la madre a la señora que cuida a los chicos?, ¿la amiga Cris a la madre? Mechitas está a merced del azar, cualquier movimiento imprevisto puede desmoronar el magnífico tinglado. Hace falta una valentía, pienso, ¿qué es aquello?, ¿envidia?, ¿admiración? ¿Qué es la verdad desnuda pese a su cara preciosa? ¿Qué oculta en su pozo? El galán antiguo también se ha quedado pensativo, desolado, diría, porque parece ahora más flaco y más viejo. Pero después de unos minutos se recupera, saca un pañuelo del saco y se suena la nariz con un estruendo innoble. Por eso no escucho enseguida mi celu que suena y suena. Atiendo apurada. ¿Será Tato? Es Tato.

—Amorcito —dice.



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