No te enamores del Devorador by Lighling Tucker Wolf

No te enamores del Devorador by Lighling Tucker Wolf

autor:Lighling Tucker Wolf [Wolf, Lighling Tucker]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romantica
publicado: 2018-04-30T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 25

—¿Tienes nombre? —preguntó Leah ante el silencio del camino.

—¿Y cómo me llamas? —contestó con una pregunta lógica, pero Doc no podía ser un nombre.

Frunció el ceño y se masajeó el estómago tratando de aliviar los nervios. Habían conseguido librarse de la mirada de Dominick, pero eso no era lo que más miedo le daba. Ansiaba llegar al local y comprobar que todas las chicas seguían vivas. ¿Qué pobre alma habría ocupado su lugar?

—No puedes llamarte Doc.

—Es el nombre que uso.

En su tono se destiló algo de dolor, como casi todas las palabras que dejaba escapar. ¿Qué alma atormentada era aquel hombre?

—¿Y cómo es el real?

—No te lo diré.

Leah apoyó la cabeza en el reposa cabezas del asiento y lo miró fijándose en el ojo verde que quedaba a su vista. El izquierdo era de un azul cielo tan hermoso como un día soleado, un rasgo extraño y peculiar que le hacían sentir ganas de mirarle durante horas.

—¿Y vuestros padres? ¿Qué fue de ellos?

—Jubilados, mezclado entre los humanos o fallecidos en combate.

Era plano pronunciando esas palabras y sabía bien lo que significaba aquello: no deseaba seguir con aquella conversación. En realidad, ella tampoco, aunque era mucho mejor que el frío silencio que les había abrazado los últimos minutos.

—Dime tu nombre real.

—No.

La joven se abrazó a sí misma tratando de hacer que su cuerpo mantuviera el control, no deseaba temblar del mismísimo miedo que la atravesaba.

—Algún día me iré y quiero que sepas que tu secreto estará a salvo conmigo.

—Y el tuyo con nosotros.

Enarcó una ceja confusa.

—Que amas a Dominick más que a ti misma.

Ya no era un secreto para nadie.

—Puede que algún día te merezcas saberlo.

—Espero que ese día llegue pronto.

Doc alargó la mano y, ella, instintivamente buscó moverse y apartarse de ese contacto que Doc tanto despreciaba. Él la alcanzó de todas formas y tocó el estómago que tanto había intentado contener. De pronto, algo se alivió y fue como si el nudo, que se le había formado por los nervios, se soltara levemente. Acto seguido, siguió conduciendo.

—No esperabas que solo fuera el nombre… —sonrió él.

—Eres fantástico —comentó totalmente convencida de ello.

Él sonrió levemente.

—No te separes de mí, nadie podrá alcanzarte. No dejaré que te hagan el menor rasguño.

—De acuerdo.

Era lo mejor y lo más sensato.



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