Nadie escucha by Julio Llamazares

Nadie escucha by Julio Llamazares

autor:Julio Llamazares [Llamazares, Julio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1994-12-31T16:00:00+00:00


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La catedral perdida

A algunos el nombre quizá les suene, lejana y borrosamente, unido al de Erick el Belga, el famoso ladrón de obras de arte que desvalijó varias iglesias, hace ahora algunos años, por todo el norte de España. Otros tal vez lo recordarán en relación con la rebelión de los curas de las parroquias aragonesas que aún dependen eclesiásticamente de Cataluña y que se reunieron allí hace meses para reivindicar su condición territorial y exigir públicamente su segregación de aquélla. Otros, en fin, lo conocerán por su afición al románico o por su vinculación a Huesca. Pero, para la mayoría, incluidos los propios aragoneses, la catedral de Roda de Isábena sigue siendo un misterio, una perfecta desconocida, una especie de Titanic legendario perdido entre las nieves del Pirineo.

Y, sin embargo, la catedral de Roda de Isábena no sólo existe, sino que guarda bajo sus ábsides, no sólo una larga historia y un magnífico tesoro artístico (a pesar de Erick el Belga), sino también varios récords: los de ser la catedral más antigua de Aragón, la más pequeña de España y la única sin obispo. Del mismo modo que el pueblo que le da nombre ostenta también el suyo: el de ser la población más pequeña del mundo (31 habitantes solamente) con una catedral hecha y derecha.

La singular historia de la catedral de Roda explica, empero, perfectamente no sólo su soledad, y su desconocimiento, sino también la existencia de esas 110 parroquias pertenecientes a Cataluña pese a ser aragonesas y hasta el famoso robo de Erick el Belga. Todo viene de su fundación en el remoto valle del río Isábena allá por la alta Edad Media.

Según cuenta la historia, la catedral de Roda de Isábena fue fundada en el año 956 por el conde ribagorzano Ramón II, siendo obispo de Roda su hijo Odesindo. El condado de Ribagorza, que comprendía los valles de los ríos Esera, Isábena y Noguera Ribagorzana (y durante algunos años también el valle de Arán), en torno a lo que hoy es la frontera de Aragón con Cataluña, había sido creado a principios del siglo X por un conde de Toulouse que había llegado hasta el Pirineo apoyando la Reconquista y, aunque no se independizó del todo hasta ese año, con la consagración de su catedral, tenía ya su propia diócesis, dependiente de la de Narbona, desde el año 939, fecha en que el conde Ramón I nombró obispo a su hijo Atón tras un primer intento fallido protagonizado por el obispo Adulfo. Como alguien dijo, durante la Edad Media el símbolo más aparente de soberanía era tener una diócesis propia, igual que ahora lo es, para los países recién independizados, tener una línea aérea.

A principios del siglo XI, los árabes invaden el Isábena, destruyendo a su paso todos los pueblos y fortalezas, Roda incluida. El obispo Aimerico huye al valle de Bohí, al norte del condado, y permanece allí hasta la retirada de los árabes, en el 1010, año en que regresa a



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