N de nudo (N is for noose) by Sue Grafton

N de nudo (N is for noose) by Sue Grafton

autor:Sue Grafton
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Policíaco
publicado: 1987-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 13

DECIDÍ saltarme el bufete y concentrarme en seguir el par de pistas que tenía. En lo más profundo de mi corazón sabía muy bien que la destrucción de la máquina había tenido lugar en Nota Lake, antes de irme. Sin embargo, el descubrimiento me desconcertó y tambaleó mi sensación de seguridad y bienestar. Molesta, abrí el último cajón del escritorio y saqué las Páginas Amarillas; busqué MÁQUINAS DE ESCRIBIR, REPARACIÓN y llamé a varios números hasta que encontré a alguien preparado para arreglar la vieja Smith-Corona. Anoté la dirección y le dije al propietario del establecimiento que estaría allí antes de una hora.

Recogí mis notas y busqué los números locales que había copiado del secante de Tom Newquist. Al marcar el primer número en el despacho de Tom, me había encontrado con un contestador automático. Yo estaba convencida de que la mujer que había oído era la misma agente del sheriff que Phyllis aseguraba haber visto flirteando con Tom. Si hablaba con ella quizás avanzara un buen trecho en mis pesquisas. Marqué el número. De nuevo salió el contestador y la misma voz gutural femenina me dijo lo que podía hacer cuando sonara la señal. Dejé mi nombre, el teléfono de casa y del bufete, y un breve mensaje diciendo que quería hablar con ella sobre Tom Newquist. Luego llamé a la comisaría del sheriff de Perdido y dije:

—¿Podrían ayudarme ustedes? Trato de localizar a una investigadora del sheriff. Creo que anda por los cuarenta o los cincuenta años. No sé su nombre, pero creo que trabaja en la comisaría del sheriff de Perdido. ¿Le suena a usted?

—¿En qué división?

—Ese es el problema. No lo sé.

El tipo del teléfono se echó a reír.

—Señora, tenemos cerca de media docena de agentes que responden a esa descripción. Tendrá que ser más explícita.

—Vaya, me lo temía —dije—. Bueno, supongo que tendré que hacer los deberes sola. Gracias de todos modos.

—Ha sido un placer.

Me quedé allí, masticando mentalmente el lápiz. Qué hacer, qué hacer. Marqué el número de Phyllis Newquist, de Nota Lake y, como era de esperar, salió el contestador automático, en el que dejé el siguiente mensaje: «Hola, Phyllis. Soy Kinsey. Me pregunto si podría usted darme el nombre de la investigadora del sheriff con la que Tom estuvo en contacto por aquí. Tengo el teléfono de su casa, pero me sería muy útil conocer su nombre. Así podré localizarla en su trabajo y quizás acelerar las cosas. De lo contrario tendré que quedarme con los brazos cruzados, esperando que esta mujer me devuelva la llamada». Repetí el teléfono de mi casa y el del bufete, y seguí con mi lista mental.

El otro número que había copiado del secante de Tom era el del hotel Gramercy. Me dije que éste merecía mi atención personal. Metí la fotografía de Tom en el bolso, recogí la chaqueta y un paraguas y salí a la lluvia. Los dedos, aunque hinchados y magullados, no me dolían, lo cual era un alivio. Utilizaba la mano izquierda en las cosas que podía, metiendo y sacando las llaves del coche, cambiándome los objetos de mano.



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