Mira para ti by Corín Tellado

Mira para ti by Corín Tellado

autor:Corín Tellado [Tellado, Corín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1978-12-31T16:00:00+00:00


VIII

Elena callaba.

Pero al otro lado oyó la voz de Pedro, su cuñado.

Estaban uno por cada teléfono comunicado.

—Patty, no se puede vivir así…

—Oh, Pedro, también tú…

—¿Qué dice Alex a tu silencio ante tu hija?

—¿Para qué hablar de eso?

—Hay que desmenuzar las cosas para hallarles respuestas y soluciones.

—Esta no la tiene.

—¿Por el temor que tienes a la reacción de tu hija?

—Por todo y más.

—¿Pero tú no tienes comunicación con Marta?

Suspiró.

—La mínima en estas cuestiones, Pedro. ¡Es tan niña!

—A esa edad te casaste tú.

—Era diferente —con brío, con pena—. Yo pretendía escapar de las manías de mi tía. Comprende. Además encontré un hombre que de veras me amaba, que me llevaba años, que no buscaba en mí un pasatiempo. Todo es diferente. Yo consagré mi vida a Marta. ¿Qué diría mi hija si supiera ahora, de repente, que comparto su cariño con un amor pasional? Me muero de vergüenza.

—Pero, es absurdo.

—Sí, ya sé, lo será. Pero yo no puedo remediar esa sensación de ahogo, de agobio, de desconcierto.

—Déjanos a Elena y a mí. Podemos llamar a Marta y decirle…

—Oh, no.

—Pero tú sufres entretanto…

—Qué importa mi sufrimiento si mi hija es feliz en el hogar.

—¿Y lo es? ¿Estás segura?

Claro.

¿Cómo no iba a estarlo?

No es que ella tuviera una gran comunicación con Marta, pero es que los estudios ocupaban a su hija mucho tiempo.

Cierto, las más de las veces llegaba, comía, se cerraba en su cuarto.

¿Interrumpir ella sus estudios por el deseo de hablar, de comunicarse?

No.

No era plausible para ella.

Marta era sagrada, como eran sus estudios y a veces, algunas, sus silencios.

Marta no era una muchacha extravertida como lo fue ella.

Además a Marta le faltaba mundología, experiencia.

Era madura para sus estudios, pero en cierto modo para todo lo demás seguía siendo una niña.

—Patty, ¿te has retirado?

—No, Pedro.

—Ven a vernos mañana. Estaré en casa. Necesitas desahogar con alguien tu pena.

Era tan profunda…

Si aún tuviera noticias de su vida…

Pero ni siquiera una llamada telefónica.

Podía ser, y de hecho hubiese sido, un consuelo esa llamada.

¿Tan frágil era su amor?

Si él aseguraba que era la razón de su vida.

—Patty —decía Pedro, y su voz cariñosa en parte la consolaba—, ven a comer con nosotros mañana. Te ayudará a soportar todo ese trauma que llevas contigo. ¿De verdad no quieres que nosotros hablemos a la niña como si fuera nuestra propia hija?

No, no quería.

Le daba horror pensar que Marta algún día tuviera algo que reprocharle…

¿Qué diría su hija de saber la verdad?

Su madre, la que ella tenía en un pedestal, caída, desgarrada, convertida en fango, en nada…

No soportaba esa idea.

Ni por amor a Alex, ni por el futuro de su existencia.

—No, Pedro, gracias.

—Pero, tú sola…

—Puedo sola —cortó.

Pero no estaba segura de nada.

¿Podía?

Sí, claro.

Doliendo, desgarrándose en silencio.

Pero tenía que poder.

Si aún Marta fuera una chica frívola, mocera, de esas que salían y entraban, que empezaban a cortejar muy pronto…

Pero Marta no lo era.

Marta, por el contrario, era una chica pensadora, estudiosa, inocente, que no sabía nada de hombres, ni de amores, ni de ansiedades sexuales o sentimentales.

¿Despertar ella en su hija todo ese amasijo de pasiones?

No podía.



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