Memorias del alzheimer by Pedro Simón

Memorias del alzheimer by Pedro Simón

autor:Pedro Simón [Simón, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Autoayuda, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2011-12-31T16:00:00+00:00


Mary Carrillo

(1919-2009)

«Vivir en los corazones que dejamos tras nosotros, eso no es morir».

Thomas Campbell

«Lo mejor, si se puede evitar, es no morirse».

Miguel Gila

Era esa frase del guión la que le torturaba los nervios: «¿Qué quieres, hija? ¿Quieres el bloc?».

Era esa frase escurridiza como un pez la que no se dejaba atrapar en el guión de la obra: «¿Qué quieres, hija? ¿Quieres el bloc?».

Era esa doble interrogación con seis palabras cien veces memorizada, una línea escasa del sobado libreto, la que hacía que le entrase el pánico. «¿Qué quieres, hija? ¿Quieres el bloc?».

Solo tenía que decir: «¿Qué quieres, hija? ¿Quieres el bloc?».

Y entonces le salía: «¿Qué tomas, hija? ¿Eres el sol?».

O declamaba: «¿Quién eres, hijo? ¿Quieres el dos?».

O a lo peor se quedaba en blanco. «¿Qué quieres…? ¿Cómo seguía? ¿Cómo seguía la frase?».

Mary Carrillo se quedaba en blanco.

(…).

Cuando el dramaturgo escribió Hora de visita, pensó inmediatamente en una de las primeras damas del teatro de este país, en la actriz toledana que ganó dos veces el Premio Nacional de Teatro, un Goya, el Ondas, el Miguel Miura, el reconocimiento de la Unión de Actores y un sinfín de galardones más; pero también en la contundente señora marquesa de Los santos inocentes; en la jovial Petrita de El pisito; en la sobria doña Bárbara de Fortunata y Jacinta; en la mayúscula Ama de Más allá del jardín… Una de esas artistas que habría esculpido gustosa en su lápida esa frase que Tony Leblanc ha pensado para sí cuando fallezca: «Aquí estoy yo interpretando el papel de un muerto».

Porque a ver qué actriz mayor podía llenar sino ella un escenario durante dos horas largas, echarse a la espalda un monólogo que versaba sobre una madre que acudía al hospital a visitar a su hija y a insuflarle ganas de vivir, y no desfallecer en la obligatoria caravana por todos los teatros de España.

En aquella obra y cuando se bajaba el telón, la hija fue Teresa Hurtado, que acompañó a la madre en esa gira que a la postre sería la última: una tournée que empezó en Madrid en 1994, cruzó el territorio nacional de arriba abajo y de abajo arriba y concluyó en la capital en 1995. Solo ella sabe cómo fueron esos ensayos donde la madre —setenta y cinco años— no acertaba casi nunca, cómo a la gran Mary Carrillo le tenían que dictar todo por un aparato que llevaba en el oído, cómo estuvo a punto de descarrilar una y mil veces aquella sesión que ya no se podía suspender.

—Mamá, ¿estás bien?

—¿Qué quieres, hija? ¿Quieres el bloc?

(…).

«José Luis Alonso de Santos escribió Hora de visita y lo primero que hizo fue llamar para decirnos que quería que la actriz protagonista fuese mamá. Todos nos dijimos: “Uy, Dios mío…”. Porque por entonces ella ya empezaba a no estar bien. Papá le dijo al autor que viniera a casa, y así veía cómo estaba, así lo comprobaba in situ».

—Usted viene y ve cómo está —concluyó Diego, el padre de las Hurtado.

—No será tan grave… —apuntó el director teatral.



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