Memorias de ultratumba (libros XIII-XXIV) by François-René de Chateaubriand

Memorias de ultratumba (libros XIII-XXIV) by François-René de Chateaubriand

autor:François-René de Chateaubriand [Chateaubriand, François-René de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1847-12-31T16:00:00+00:00


CAPITULO 10

QUINTA COALICIÓN — TOMA DE VIENA — BATALLA DE ESSLING — BATALLA DE WAGRAM — SE FIRMA LA PAZ EN EL PALACIO DEL EMPERADOR DE AUSTRIA — DIVORCIO — NAPOLEÓN SE CASA CON MARÍA LUISA — NACIMIENTO DEL REY DE ROMA

El 9 de abril de 1809, se declaró la quinta coalición entre Inglaterra, Austria y España, sordamente apoyada por el descontento del resto de pueblos. Los austríacos, quejándose de la infracción de los tratados, cruzan de repente el Inn por Braunau: como se les había reprochado su parsimonia, quisieron dárselas de Napoleones, papel que no iba con ellos. Feliz de abandonar España, Bonaparte acudió presuroso a Baviera; se puso a la cabeza de los bávaros sin esperar a los franceses: cualquier soldado era bueno para él. En Abensberg destroza al archiduque Luis, en Eckmühl al archiduque Carlos; corta en dos al ejército austríaco, lleva a cabo el paso del Salzach.

Entra en Viena. El 21 y el 22 de mayo tiene lugar la terrible acción militar de Essling. La relación del archiduque Carlos menciona que, el primer día, doscientas ochenta y ocho piezas austríacas dispararon cincuenta y un mil cañonazos, y que, al día siguiente, más de cuatrocientas piezas actuaron por una y otra parte. El mariscal Lannes fue herido de muerte. Bonaparte le dijo unas palabras y luego lo olvidó: el afecto de los hombres se enfría tan rápido como la bala que los hiere.

La batalla de Wagram (6 de julio de 1809) resume los diferentes combates librados en Alemania: Bonaparte despliega allí todo su genio. El general César de Laville, encargado de ir a avisarle de un desastre que pone a prueba al ala izquierda, se lo encuentra en el ala derecha dirigiendo el ataque del mariscal Davoust. Napoleón regresa en el acto a la izquierda y subsana el fracaso sufrido por Masséna. Fue entonces, en el momento en que se creía que la batalla estaba perdida, cuando, convencido sólo él de lo contrario por las maniobras del enemigo, exclamó: «¡La batalla está ganada!» Opone su voluntad a la victoria dubitativa; la lleva al combate igual que César llevaba al campo de batalla, tirándoles de la barba, a sus pasmados veteranos.[18] Novecientas bocas de bronce rugen; el llano y las mieses están en llamas; desaparecen poblaciones importantes; la acción militar dura doce horas. En una sola carga, Lauriston va al trote contra el enemigo, a la cabeza de cien cañones. Cuatro días después se recogía en medio de los sembrados a militares que acababan de morir bajo los rayos del sol sobre unas espigas pisoteadas, aplastadas y cubiertas de sangre: los gusanos proliferaban ya en las heridas de los cadáveres en avanzado estado de descomposición.

En mi juventud, se solía leer los comentarios de Folard y de Guischardt, de Tempelhov y de Lloyd, sobre las campañas de Federico II; se estudiaba el orden abierto y el orden cerrado; yo he hecho maniobras encima de mi mesa de subteniente con muchos pequeños cubos de madera. La ciencia militar ha cambiado



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