Matrimonio por Navidad by Ruth M. Lerga

Matrimonio por Navidad by Ruth M. Lerga

autor:Ruth M. Lerga [Lerga, Ruth M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-12-16T00:00:00+00:00


* * *

Cuando llegó al final de Hyde Park y la encontró en la valla, se le cortó la respiración. Estaba preciosa, con un vestido rosa con adornos en blanco. Se alegró de haberse puesto sus mejores pantalones, chaqueta y también chaleco, y un pañuelo blanco. Aunque, se dio cuenta, se la veía tan hermosa que nadie se fijaría en él, ni aunque fuera desnudo.

—Buenas tardes —lo saludó Rose, nerviosa.

—Buenas tardes. Estás muy guapa. —La vio sonrosarse—. No, déjame rectificar. Eres muy guapa y se te ve muy elegante.

Sonrió, feliz.

—Muchísimas gracias, David. Tú también estás muy atractivo.

Este asintió, sin saber cómo gestionar un piropo, y le ofreció el brazo.

—De aquí a Rules hay cuarenta y cinco minutos paseando con calma si cruzamos Green Park. Si prefieres rodearlo, es el doble de tiempo, pero es también un paseo agradable.

La razón de no cruzarlo era sencilla: los verían otros sirvientes y al día siguiente, en muchas cocinas, se hablaría de que habían pillado a la doncella de la condesa de Moray del brazo del mayordomo de los Belmore.

Rose no quería que se hablase de los Knightley, cierto, pero tampoco le apetecía que otras criadas los sorprendieran. Sabía que David tenía muchas admiradoras y, aunque era a ella a quien había pedido acompañarla esa tarde y le había asegurado que no solía frecuentar a otras señoritas, prefería no despertar los celos de ninguna que pudiese ser más descarada que ella o, peor, una buscona.

Le gustaba aquel hombre y no quería competencia. La temía, en realidad, dada su inocencia.

—¿Tomamos el camino más largo?

—Será un placer.

Pasaron casi dos horas, pues paseaban tranquilos y se detuvieron en un par de ocasiones a descansar en un banquito de piedra, solo por el placer de mirarse mientras hablaban.

Llegaron a Rules sobre las cinco.

—¿Es pronto para cenar? Puedo pedir a Thomas que nos guarde una mesa para dentro una hora y vemos el barrio. ¿Has estado en la zona de los teatros? Hay también una iglesia nueva de estilo europeo.

—Jamás —negó con la cabeza con vigor, los ojos llenos de curiosidad.

—Entonces espera un segundo, mientras hablo con el propietario.

Lo observó entrar al local y suspiró. Era una magnífica compañía. Tenía que reconocer que no lo había esperado. Se lo veía siempre tan serio en Albany Street… Esa tarde, en cambio, se había mostrado hablador, le había contado anécdotas divertidas sobre los españoles, ¡tratando de hacerle creer incluso que comían caracoles! Le había parecido hilarante.

Salió de nuevo y pudo ver la elegancia con la que se movía. No, se corrigió, elegante era milord, él lo que tenía era una seguridad innata, la tranquilidad de saber que nada iba a ocurrirle. Supuso que, habiendo sido soldado, sabría defenderse. Aun así, no le parecía un hombre agresivo.

—Ven —esa vez no le ofreció el brazo, sino la mano—, y te enseñaré dónde se representan obras de teatro demasiado divertidas. ¿Quién sabe? Quizá algún día podamos venir a una.

—Ojalá —dijo en voz bajita.

Eso parecía significar que volverían a quedar.

Tomó su mano, enredó los dedos



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