Más y más lejos by Sebastian Barry

Más y más lejos by Sebastian Barry

autor:Sebastian Barry [Barry, Sebastian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_contemporary
editor: La otra orilla
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


Entonces, Willie Dunne salió a enfrentarse a un sacerdote curioso y a un centinela curioso. Pero no les dijo nada. Le dolían los brazos, sentía como si tuviera piojos en la sangre. Por un momento, antes de salir quiso abrazar a Jesse Kirwan como se abraza a un niño, pero no lo hizo y ahora le dolían los brazos.

El padre Buckley lo acompañó de vuelta al cuartel. Los asuntos propios de la guerra seguían sucediendo a su alrededor: las municiones eran descargadas de los camiones que semejaban serpientes bélicas. Algún regimiento de caballería estaba acuartelado en la cercanía y se veían unos mil caballos ensillados en doble fila esperando a sus jinetes. Eran hermosos; parecían bestias sacadas de fábulas fantásticas. Más allá, a la derecha, se veía un tranquilo bosque de troncos altos y oscuros, que tenía la simplicidad del aire y la fuerza de un libro de cuentos de hadas.

—Él sabe que Jesús lo ama; me lo ha dicho —dijo el padre Buckley—. Me dijo que su madre es creyente; de hecho, es una conversa. ¿Qué te dijo, Willie? ¿Habrá posibilidades de que lo salvemos?

Willie se detuvo en el camino pedregoso. Hacía pocos días que algunos de los ingenieros ayudados por los sirvientes chinos le habían echado gravilla al camino para evitar los charcos formados por la lluvia que caía a destiempo. Pero ya la lluvia había pasado, y el ardiente sol de julio brillaba heroico. Como la música. Como una oración.

De todas formas, Willie miró al padre Buckley. Claro está que él se encontraba como bajo juramento pues le había hecho a su amigo la promesa de no decir nada. De ser un testigo raro que presenciaría los hechos pero no diría nada. ¿Para qué?

Willie sintió un deseo repentino de beber, de irse de putas tan alegremente, de estar haciendo cualquier cosa menos aquello: caminar al lado de un padre malhumorado, feo y serio. No entendía a Jesse Kirwan. Lo había visto sólo una vez, más o menos, así es que ¿por qué, a la larga, tenía que prestarle atención a sus locuras? En los últimos días se habían producido miles de muertes en el río ruinoso. Sólo de la brigada trigesimosexta habían muerto dos mil irlandeses. Pensó que Jesse Kirwan estaba muy enredado en su propia maraña; sabía que lo estaba. Sabía que Jesse había construido su propia trampa con la madera de su corazón, ya que él mismo era el lazo, la liebre y el cazador, todo a la vez.

—Me pregunto por qué no se dedicará a hacer su trabajo bien hecho para poder irse a casa y una vez allá ponerse a pensar en lo que quiera —comentó Willie.

—Cómo me gustaría que así fuera, pero quizás éste no sea el momento para eso. Muchas personas están teniendo ideas. Quizás éste sea un momento para tener ideas, Willie. Cuando estamos rodeados por la muerte. Bueno, pues siempre podemos rezar por él. Dios es bueno, nos escuchará.

Willie meneó la cabeza y continuaron caminando.



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