Más dulce que la venganza by Maya Blake

Más dulce que la venganza by Maya Blake

autor:Maya Blake
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2016-09-25T22:00:00+00:00


Capítulo 7

DI ALGO –rogó Carla–. Lo que sea. No soporto este silencio.

Habían salido de la mansión, y volvían a estar en el coche de Javier, que él conducía con tensión apenas contenida y expresión de dureza. Ya no era el hombre que le había hablado de su madre y de su infancia.

–Javier, por favor…

–No me lo pensabas decir, ¿verdad? No antes de cobrar el primer cheque –afirmó él–. Y hasta es posible que tuvieras intención de desaparecer.

–No, no me marcharía sin hablar contigo. De hecho, no me iba a ir a ninguna parte. Pero, ¿a qué viene esto? Es una locura…

–¿Una locura? Dime, ¿por qué firmaste ese contrato? Con un cuerpo y una cara como los tuyos, podrías echar el lazo a un hombre rico y olvidarte de todo. No eres la persona más íntegra que conozco, pero tienes muchas cosas que ofrecer físicamente.

Ella se sintió como si le hubiera dado una bofetada.

–¿Cómo te atreves a decir eso? Me ofendes sin motivo.

–Tengo motivos de sobra. Cada vez que nuestras vidas se cruzan, me engañas.

–¡No es verdad!

–¿Ah, no? Pues explícate entonces.

Ella tomó aliento.

–Sí, quería dejar temporalmente el patinaje, pero no había tomado ninguna decisión. No sabía cuándo ni cómo.

–¿Y no te parece que deberías habérmelo dicho antes de firmar el acuerdo? –preguntó Javier–. ¿Afirmas que el hecho de mantenerlo en secreto no tuvo nada que ver con el estado de tus cuentas bancarias?

–Lo afirmo taxativamente, aunque sobra decir que firmé el acuerdo por dinero. ¿Por qué si no? Hace tres años, me dijiste que no querías saber nada de mí… y, de repente, me ofreces que trabaje para tu empresa –dijo ella–. No soy estúpida, Javier. Sabía que no era un simple asunto de negocios.

–Entonces, ¿por qué lo firmaste?

–Porque tenía la esperanza de que hubieras superado lo sucedido –respondió–. Lo creas o no, tenía intención de cumplir nuestro contrato. Y aún la tengo. Seré el rostro de tu campaña publicitaria, y lo haré lo mejor que pueda. Sinceramente, no sé por qué estás tan enfadado conmigo. No ha cambiado nada.

–Puede que no, pero he vuelto a cometer la enorme equivocación de confiar en ti, y no me lo perdono.

Justo entonces, llegaron al edificio del Upper East Side. Y descubrieron que, en lugar de disolverse, la multitud había aumentado.

Javier entró en el garaje, aparcó y llevó a Carla a uno de los ascensores, donde pulsó el botón del ático. Carla había estado pensando en la difícil relación que mantenían, y decidió hacer algo por mejorarla.

–Hay algo que debes saber –dijo.

Él frunció el ceño.

–¿De qué se trata?

–De mi padre. Ha escrito una serie de artículos para la revista Vita Italia.

–¿Y qué?

–Es mi director técnico, y no debería decir nada sobre mi carrera, pero… las cosas no están precisamente bien entre nosotros.

–¿Temes que te deje en mal lugar?

Carla asintió.

–Gana mucho dinero conmigo. No permitirá que deje el patinaje así como así.

Javier sacudió la cabeza.

–Te has metido en un buen lío, princesa.

Él salió del ascensor y se dirigió a la puerta de su domicilio. Acababan



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