Marie Curie. La radioactividad y los elementos by Adela Múñoz Páez

Marie Curie. La radioactividad y los elementos by Adela Múñoz Páez

autor:Adela Múñoz Páez [Múñoz Páez, Adela]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias exactas
editor: ePubLibre
publicado: 2011-12-31T16:00:00+00:00


Esquema de las principales reacciones de desintegración radiactiva, indicando cómo varía el número atómico, Z, y el número másico, A (lo que más tarde describirían Soddy y Fajans).

Capacidad de penetración de los rayos α, β, γ.

Aunque ni los Curie ni Rutherford podían imaginarlo entonces, la carrera definitiva para la comprensión de la radiactividad acababa de empezar y ellos habían salido en cabeza. Pierre y Rutherford fueron los más destacados a la hora de lanzar hipótesis que explicaran el fenómeno. Ambos eran creativos y brillantes, pero sus circunstancias personales eran muy distintas. Pierre tenía cuarenta años y su salud empezaba a resentirse por haber estado trabajando con sustancias radiactivas sin tomar ninguna precaución. Además, llevaba veinte años luchando para hacerse un hueco en el anquilosado establishment científico francés, que no le reconocía sus incuestionables méritos ni le daba el apoyo institucional y económico que necesitaba. Rutherford, en cambio, había trabajado en uno de los laboratorios pioneros en el estudio de la estructura del átomo, el Cavendish de Cambridge, y al finalizar su tesis obtuvo una cátedra en la Universidad McGill, en Montreal, Canadá. Allí dispuso de un laboratorio muy bien dotado para estudiar la radiactividad, aunque carecía de lo único que Marie y Pierre tenían en abundancia: fuentes de radio. Rutherford tenía veintisiete años, acababa de casarse y estaba en la plenitud de sus facultades físicas y mentales.

Rutherford dio con la clave que permitiría desentrañar todo el galimatías de la radiactividad. En cambio, el creativo, brillante y soñador Pierre no solo no encontró la solución, sino que se empecinó en no darle la razón a Rutherford durante años. Marie, por una especie de lealtad a su memoria, hizo suyo ese empecinamiento y dejó atrás esa mezcla de curiosidad y ausencia de prejuicios de la que había hecho gala al iniciar su tesis, gracias a la cual había abierto la puerta a un nuevo campo de investigación. Y el equipo inglés capitaneado por Rutherford, a quien muchos años después sus exquisitos colegas de la metrópoli lo recordaban con especial admiración por hablar inglés sin acento neozelandés, ganó el partido por goleada.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.